Tengo un hijo de 18 años quien no es creyente. Hasta hace poco me acompañaba a los cultos de la iglesia, pero últimamente ya no quiere venir conmigo a los cultos de la iglesia. ¿Debo obligarle a que me acompañe?

El mandato a congregarse es para los creyentes, no para los incrédulos. Es bueno que los incrédulos asistan a los cultos de la iglesia, porque así podrán escuchar las buenas nuevas de salvación en Cristo, pero nadie debería obligarlos a hacerlo.

Recuerde que en las cosas espirituales nada se debe hacer por obligación sino por voluntad propia. Así como a Usted jamás se le ocurriría obligar a su hijo a que reciba a Cristo como Salvador, tampoco debería obligarle a asistir a las reuniones de la iglesia. Si llega a hacerlo, es posible que su hijo vaya a los cultos de la iglesia, pero de mala gana. Estará sentado allí, pero su mente estará quien sabe dónde y peor todavía, es posible que dentro de él se esté formando una raíz de amargura en contra suya.

Yo entiendo muy bien que Usted como madre querrá no solo ver a su hijo en las reuniones de la iglesia, sino verlo salvo, pero Usted no puede obligarle a eso. Recuerde que la salvación es un asunto privado entre Dios y su hijo. Usted podrá enseñar a su hijo el camino a la salvación, Usted podrá orar a Dios para que su hijo encuentre la salvación, pero solo hasta allí puede llegar. Usted no puede tomar decisión por su hijo y tampoco puede obligar a que su hijo reciba a Cristo como Salvador.

Yo le recomiendo que invite a su hijo a las reuniones de la iglesia y si él de buena gana acepta la invitación, en buena hora, caso contrario, no lo obligue. Dígale que Usted va a estar orando para que el Señor le cambie el corazón, y hágalo. Ore. Clame a Dios en oración por la salvación de su hijo. Tenga paciencia. No se desespere. No se desanime. No piense que ya no hay esperanza para su hijo. Recuerde que mientras haya vida, está vigente la oferta de salvación para el incrédulo.

Me gustaría también sugerirle que Usted tenga un buen testimonio delante de su hijo. De nada serviría que Usted viva como incrédula entre semana y el domingo a la mañana se ponga el vestido de creyente para ir a la iglesia y encima de eso obligando a su hijo a que le acompañe. Quiera Dios que algo así no esté pasando. Usted debe ser una mujer de Dios. Invierta tiempo en la palabra de Dios, ore con frecuencia, varias veces al día y ponga en práctica lo que sabe de la Biblia.

Su hijo estará muy pendiente de su manera de vivir y si esa manera de vivir es buena, es muy probable que su hijo reciba a Cristo como Salvador y con gusto, por voluntad propia desee asistir a los cultos de la iglesia.