¿Qué opinión tiene acerca de los diálogos de paz entre el Gobierno Colombiano y la guerrilla? ¿Serán estos diálogos de paz bien vistos por Dios a la luz de la verdad que un ciego no puede guiar a otro ciego y de lo que dice Mateo 24:6-8? Conflictos no solo existen en Colombia sino en todo el mundo.

Efectivamente, los conflictos bélicos y no bélicos no solo existen en Colombia sino en todo el mundo. Por eso me gustaría referirme no solo al conflicto en Colombia sino a cualquier conflicto en cualquier parte del mundo.

Los conflictos entre personas o entre grupos de personas, o aún entre naciones tienen un origen común. Se originan en el corazón del hombre. Note lo que dice Marcos 7:21-23 «Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.»

La única esperanza para resolver los conflictos está por tanto en un trasplante de corazón, si me permite usar el término. Con esto quiero decir en un cambio de corazón. El hombre necesita un nuevo corazón, un corazón que no guarde malos pensamientos, adulterios, fornicaciones, homicidios, hurtos, avaricias, maldades, engaño, lascivia, envidia, maledicencia, soberbia e insensatez. Sin este nuevo corazón no puede haber paz.

En Isaías 7:21 leemos: «No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.»

Es imperativo entonces que el hombre tenga un nuevo corazón. Esto justamente es lo que hace Dios en una persona que ha recibido a Cristo como Salvador. Le da un nuevo corazón para amar y obedecer a Dios. Con este nuevo corazón el hombre está en capacidad de relacionarse armoniosamente con Dios y relacionarse armoniosamente con otros hombres.

Si la relación vertical del hombre con Dios, no existe, o si existe, pero no está buena, no esperemos que la relación horizontal del hombre con otros hombres esté buena. Siempre habrá conflicto. Con ese nuevo corazón centrado en la persona de Cristo, el hombre se convierte en un pacificador o en uno que hace la paz, en lugar de uno que hace la guerra.

Observe lo que dice Mateo 5:9 «Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.»

Muy felices, o extremadamente dichosos, dice Jesús, son los pacificadores, o los que viven en paz y promulgan la paz. ¿Por qué? Porque ellos serán llamados hijos de Dios. Dios es un Dios de paz. Tan es así, que tuvo que permitir que su propio Hijo muera en la cruz, para poder hacer la paz con el hombre pecador quien está enemistado con Dios. Los que buscan la paz y hacen la paz, serán reconocidos como hijos de aquel que es paz. Por eso serán llamados hijos de Dios.

De modo que, la paz es de Dios, y él se lo da a todo aquel que es transformado por el poder de su palabra y de su Espíritu, sin esta intervención sobrenatural de Dios no puede haber paz duradera en el mundo.

Los diálogos de paz son necesarios porque en ellos se puede lograr al menos un descenso en las tensiones y en la violencia, pero los que dialogan sobre la paz deberían entender que no habrá completa paz a no ser que Dios intervenga transformando vidas de personas. Usted, ha visto en la violencia en su país un cumplimiento de lo que dice la Biblia en Mateo 24:6-8 donde dice: «Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y habrá pestes y hambres y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.»

Pero esta profecía de Jesucristo tendrá su cumplimiento en la primera mitad de la tribulación, una vez que la iglesia haya sido arrebatada de este mundo, así que esto no debe ser justificativo para alentar guerras hoy en día bajo el pretexto que las guerras están profetizadas en la Biblia.

El mundo siempre ha tenido y tendrá sus guerras, por la condición espiritual de los hombres con su corazón no transformado por el poder de Dios, pero los que hemos nacido de nuevo y tenemos un nuevo corazón, debemos ser pacificadores, esto significa elementos que de cualquier manera buscan hacer la paz, no la guerra. Así que le recomiendo que Usted ore para que Dios traiga vientos frescos de paz a su país.