¿Podrá Dios respaldar el divorcio en un matrimonio en el cual ambos son creyentes, quienes ya conocían a Dios cuando se casaron?
Con relación a su consulta, me gustaría comenzar por hacer referencia al diseño original de Dios para el matrimonio.
Se encuentra en Génesis capitulo 2. Dios creo a Adán y Eva y los junto en una maravillosa unidad. Cuando Adán vio por primera vez a su mujer Eva dijo: Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne; esta será llamada varona, porque del varón fue tomada. Luego Dios mismo añadió su propio comentario cuando dijo: Por tanto dejara el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.
En esto yace el principio de como ve Dios el divorcio. Nadie puede comprender el divorcio a menos que comprenda primeramente el matrimonio. Nadie puede comprender jamás como ve Dios una separación hasta que no comprenda como define Dios la unión. La frase clave para entender el divorcio o la separación son esas cinco letras: Y serán una sola carne.
Esto significa que el hombre y la mujer que se casan, se hallan unidos indivisiblemente. El uno es el número indivisible. Los dos son uno espiritual, social, y sexualmente. El verbo utilizado en Génesis 2:24 afirma que no existe el punto final en el matrimonio.
El verbo Hebreo que se ha traducido como «unirá» cuando dice: Y se unirá a su mujer, es muy importante porque revela la naturaleza del vínculo matrimonial. El significado conlleva la idea de estar adherido a algo. Un hombre y una mujer que se han casado estén adheridos el uno al otro, estén pegados ni más ni menos. Cuando Dios une a un hombre con una mujer, esta unión afecta hasta lo más profundo de sus almas.
El matrimonio es la fusión de dos voluntades, la mezcla de dos mentes, la expresión unánime de dos juegos de emociones dadas por Dios. Por eso, los dos se convierten en uno. Su meta es la unidad perfecta de dos personalidades. Cuando el esposo y la esposa reconocen la verdadera definición de Dios del matrimonio, también reconocerán que buscar el divorcio para solucionar un conflicto matrimonial seria igual a tener que sacarse el ojo por el solo hecho que se entro una basurita.
En lugar de sacar la basurita se extirpa el ojo. Una solución así seria absurda, así como absurdo es el divorcio. De modo que Dios junta a un hombre y a una mujer en una relación diseñada para ser de por vida. El Nuevo Testamento confirma este ideal en todas sus partes, siendo el mismo Señor Jesucristo su más prominente defensor. Mateo 19:6 dice: «Así que no son ya mas dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios junte, no lo separe el hombre».
La palabra: separe, en el versículo leído es la misma palabra para divorcio. Las palabras dichas por el Señor Jesucristo serian entonces: Lo que Dios junto no lo divorcie el hombre.
El romper un matrimonio es lo mismo que un aborto porque en ambos casos se destruye una obra creativa de Dios. En la obra maravillosa de la concepción, Dios hace uno de dos, al formar esa nueva vida en el vientre materno. El aborto mata esa obra creativa de Dios. En la obra maravillosa del matrimonio, Dios hace de dos uno, al formar esa nueva unidad llamada matrimonio. El divorcio mata esa obra creativa de Dios. Mucha gente se horroriza ante la idea del aborto, ¿pero por que no se horroriza igual o peor ante la idea del divorcio? Ambas cosas son equivalentes al asesinato.
Pero hagámonos la pregunta. ¿Qué es lo que paso en algún momento de la historia de la humanidad para que hoy en día lleguemos a contemplar una sociedad que mira al divorcio como algo normal en la vida? Génesis 3:16-17 responde esta pregunta. «A la mujer dijo: Multiplicare en gran manera los dolores en tus placeres; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y el se enseñoreara de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mande diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida».
Dios originalmente diseño una unión indivisible, pero cuando el pecado entro en la raza humana, un conflicto terrible se abatió sobre el matrimonio. El ideal del matrimonio se hizo pedazos. El caos entro en el hogar y el divorcio fue el resultado inevitable. Antes de la caída el matrimonio era una completa felicidad. El esposo era la cabeza y la esposa la ayudante. La autoridad del hombre se manifestaba en una provisión amorosa, tierna y comprensiva. La mujer idónea ayudaba con su amorosa y tierna sumisión hacia aquel que Dios le había dado como líder. El corazón de ella estaba totalmente dedicado a él y el corazón de él estaba totalmente dedicado a ella.
La caída cambio todo esto. La maldición dejo a la mujer con el deseo de usurpar el rol o papel de su esposo y de tomar la autoridad, de modo que el hombre tuvo que reprimirla por la fuerza. El matrimonio se convirtió entonces en un campo de batalla por lograr autoridad. La mujer tratando de buscar supremacía a toda costa y el hombre tratando de mantener su liderazgo o usándolo en forma despótica. El conflicto fue inevitable y su hijo indeseado fue el divorcio.
Así que, Usted nos pregunta si Dios respalda el divorcio de una pareja de creyentes. La respuesta enfática es un no rotundo. Mire lo que dice Malaquías 2:16 «Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que el aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales».
Dios odia el divorcio. El hombre o la mujer que se separa o abandona a su cónyuge hace lo que Dios odia. También cubre de iniquidad sus vestidos. Una traducción literal diría que el hombre que se divorcia mancha de violencia sus vestidos. Esta es una descripción muy grafica de la magnitud de su pecado.
Es como decir que no se puede pasar por un charco de lodo sin que nuestras ropas se enloden. Trae a la mente el cuadro de un hombre que asesina a alguien y es atrapado porque la sangre de su victima ha manchado toda su ropa. Dios este diciendo que cuando un hombre se divorcie de su esposa tiene la ropa manchada de pecado. El divorcio es pecado y la santidad de Dios responde a esto con un odio justo.
Aun en los casos del más intenso conflicto y pecado más severo, Dios desea que un esposo y una esposa mantengan su unión matrimonial.
Todo lo que hemos dicho hasta aquí representa el ideal de Dios para el matrimonio, pero recordemos que ese ideal de Dios fue distorsionado por el pecado y como consecuencia se abrió la puerta al divorcio, lo cual es aborrecido por Dios.