Efectivamente, hace un tiempo atrás, tratamos el caso de las caricias en el noviazgo, pero a lo mejor no profundizamos mucho sobre el efecto pernicioso de este comportamiento en las señoritas.
Por tanto, permítame mencionar los estragos más evidentes, a la luz de la experiencia pastoral, tratando casos de señoritas que han transitado por este tortuoso sendero.
Primero, el problema de un espíritu sucio. Cuando una señorita deja que su novio o enamorado toque partes íntimas de su cuerpo, el espíritu de esa señorita queda manchado, porque esa señorita sabe que ha transgredido cantidad de mandamientos expresados en la palabra de Dios relativos a la pureza con la cual las chicas deben ser tratadas por los chicos.
Solamente como ejemplo permítame citar un par de textos. 1ª Timoteo 5:1-2 dice: «No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza»
Según este texto, las jovencitas deben ser tratadas por los varones, como hermanas. Un varón, en su cabal juicio, no anda tocando partes íntimas del cuerpo de sus propias hermanas, ¿verdad? Por supuesto que no. Los varones tratan con toda pureza a sus hermanas y ese es el modelo de trato de cualquier joven a su novia o enamorada. Las chicas saben esto, pero cuando permiten que sus novios las acaricien, inmediatamente saben que han desobedecido la palabra de Dios al haberse prestado para que las traten de una forma impura y esto ensucia su espíritu.
2ª Timoteo 2:22 dice: «Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor»
Las caricias de los novios despiertan pasiones juveniles en las novias. Eso lo sabe toda chica que ha permitido que su novio le acaricie. Pero ¿qué es lo que dice la Biblia? La Biblia dice: «Huye también de las pasiones juveniles»
Una chica que se deja tocar por su novio no está huyendo de las pasiones juveniles y está de esa manera violando un mandato de la palabra de Dios. Esto hace que el espíritu de una chica así quede manchado. Tenemos entonces que las caricias en el noviazgo ensucian el espíritu de una chica. Pero no solamente eso, las caricias en el noviazgo ensucian el alma de una chica.
El alma de una jovencita que no ha sido tocada o acariciada por ningún varón, es como una sábana blanca, pero cuando esa chica permite que su cuerpo sea acariciado por su novio, en esa sábana blanca aparecen manchas indelebles. No se puede caminar por el barro sin que el barro salpique la vestidura.
Puesto en términos bíblicos sonaría como lo que dice en Proverbios 6:27-29: «¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen? Así es el hombre que se llega a la mujer de su prójimo; No quedará impune ninguno que la tocare»
Así es, no se puede tener un alma pura y a la vez andar en caricias en el noviazgo. Hemos visto entonces que las caricias en el noviazgo ensucian el espíritu y el alma de las chicas. Pero no todo queda allí.
En tercer lugar, las caricias en el noviazgo ensucian el cuerpo de una chica. El cuerpo de una chica acariciada por su novio lleva un letrero quizá invisible para otros, pero muy visible para ella misma y en cual aparece la leyenda: De segunda mano.
O en las más audaces, de tercera o cuarta o quinta mano. Las chicas que se dejan acariciar de sus novios piensan que nadie aparte de sus novios va a saber lo que hacen a solas. Pero no hay tal Dios sabe todo, porque todo aconteció en su presencia y además los muchachos se jactan de su conducta con sus novias cuando están con otros muchachos. Es así como se desploma el prestigio de las chicas en su círculo de amistades.
Para ilustrar este hecho, una vez llevé una docena de hermosas rosas rojas a una reunión de jóvenes en la iglesia. Puse las rosas en un florero y pedí que uno de los asistentes pasara y tomara la rosa que a él le parecía más bonita y que la examinara bien, la oliera, tocara sus suaves pétalos y luego la pasara a otro de los asistentes hasta que todos hubieran hecho lo mismo. Una vez que todos tocaron, y olieron a esa pobre rosa, pedí que la devolvieran al florero. Luego pedí que los varones pasaran de uno en uno y tomaran una de las rosas que estaban en el florero, la que más les gustara. ¿Sabe lo que pasó? Nadie tomó aquella rosa que anduvo de mano en mano. Claro, como todos la tocaron, la pobre rosa quedó toda marchita. Tenía un letrero invisible, pero que comunicaba a gritos: He sido tocada por todos, estoy marchita. La enseñanza fue muy obvia.
El mensaje a las chicas fue contundente. Así como nadie quiere una rosa tocada por todos, nadie quiere para esposa una chica que ha sido tocada por todos. Así es, el cuerpo se ensucia cuando una chica permite que su novio la acaricie.
En resumen entonces, las caricias en el noviazgo ensucian espíritu, alma y cuerpo de las chicas que se prestan para ello.
Pero hay algunas preguntas que a lo mejor están en las mentes de algunas de nuestras amigas, jóvenes especialmente.
En primer lugar, ¿cuál es el propósito de las caricias en la pareja?
Las caricias son parte de la relación íntima en la pareja. Son en realidad la antesala o la preparación para el acto sexual en la pareja. Por eso, las caricias deben estar reservadas para el matrimonio. Proverbios 6:18-19 dice: «Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud, Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en s amor recréate siempre»
El autor del libro está hablando de la intimidad de una relación en pareja y textualmente dice que el esposo halla satisfacción en las caricias de la esposa. De aquí justamente nace uno de los peligros de entrar a las caricias en el noviazgo.
Como las caricias son la preparación para el acto sexual, muchas parejas que andan por este sendero terminan cometiendo el pecado de fornicación o lo que también se llama una relación sexual prematrimonial.
Las parejas de novios normalmente piensan que una relación de noviazgo sin caricias es insípida. Piensan que las caricias son la expresión del amor que se tiene el uno para el otro. ¿Es real esto?
Pensar que el amor se expresa con caricias, es un concepto inexacto de lo que es el amor y de lo que son las caricias. Ya hemos visto que las caricias tienen que ver con la relación íntima en la pareja. Por otro lado el amor es la acción de sacrificio en favor de la persona amada. Las caricias en el noviazgo de ninguna manera pueden considerarse acciones de sacrificio. Nadie puede decir que se está sacrificando al acariciar.
Las caricias en el noviazgo tampoco buscan el beneficio de la persona amada, sino que son la forma más egoísta de buscar la satisfacción propia, especialmente por parte de los muchachos.
En conclusión entonces, si alguien piensa que porque ama a alguien tiene licencia para acariciar, debe revisar su concepto de amor.
Y, si una pareja ya ha entrado en esto de las caricias en el noviazgo, ¿qué deberían hacer para salir de ese estado?
Si no son creyentes, deberían primero buscar una relación personal con Dios por medio de recibir a Cristo como Salvador y luego deberían buscar someterse a lo que Dios dice sobre esto de las caricias.
Si ya son creyentes, y es alarmante el número de jóvenes creyentes que piensan que no hay nada de malo con las caricias en el noviazgo, deben reconocer el peligro de ello, por las razones que hemos expuesto, deben confesar a Dios como pecado, deben perdonarse mutuamente por haber incursionado donde no debían y deben abandonar la práctica de acariciarse durante el noviazgo.