Mateo 12:36 dice que los hombres darán cuenta de toda palabra ociosa en el día del juicio, pero Salmo 103:3 dice en cambio que Dios perdona todas las iniquidades. ¿Puede explicarme cómo puede ser esto?
Vamos a leer el pasaje que se encuentra en Mateo 12:34-37 donde leemos: «¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de al abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.»
Las palabras solamente son vehículos que transmiten lo que está en la mente o en el corazón de una persona. Si lo que está en la mente de una persona es algo bueno, esa persona hablará buenas cosas, pero si lo que está en la mente de una persona es algo malo, esa persona hablará malas cosas. Así de simple.
Por eso Jesús dijo: ¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Además, esto de hablar cosas malas o palabra ociosa, según la definición de Jesús, es algo muy serio, porque acarrea la condenación de Dios.
Jesús dice por tanto: De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Jesús termina su enseñanza sobre esto diciendo que lo que uno habla indica lo que uno es. Si lo que uno habla es bueno, entonces uno es bueno, pero si lo que uno habla es malo, entonces uno es malo.
Así que, es muy riesgoso hablar mal. Es decir murmurar, insultar, chismear, mentir, engañar, etc. Llegará un día cuando cada murmuración será juzgada por Dios. Cada insulto será juzgado por Dios. Cada chisme será juzgado por Dios. Cada mentira será juzgada por Dios. Cada engaño será juzgado por Dios.
En el caso de los incrédulos, el veredicto será condenación eterna, pero en el caso de los creyentes, esos pecados de la lengua ya fueron juzgados en el pasado. Por esos pecados pagó Cristo Jesús cuando murió en la cruz del Calvario.
Por eso los creyentes no seremos condenados por las cosas malas que con seguridad hablamos en algún momento. Esto no significa por supuesto que los creyentes podemos hablar mal y nada va a pasar.
En primer lugar, un verdadero creyente no debería hablar mal, porque recuerde que el hablar indica el carácter de la persona. Dime cómo hablas y te diré quién eres.
Pero si un creyente cede a la tentación de hablar mal y cae en este pecado, debe reconocerlo, confesarlo a Dios como pecado y apartarse de este pecado. Dios en respuesta dará perdón y limpieza.
En definitiva entonces, Dios juzgará y castigará con severidad por los pecados de la lengua y en realidad por cualquier otro pecado. Pero si el pecador se apropia de la oferta de perdón que Dios hace en Cristo, Dios le perdonará todos los pecados y ese pecador quedará ante Dios como si nunca hubiera cometido pecados.
A esto es justamente lo que se refiere el otro texto citado por Usted en Salmos 103:3 donde leemos: «Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias»
Esto se da en las personas que reconocen su pecado, reconocen que están condenadas por su pecado y claman a Dios por perdón. Más directamente, reciben a Cristo como Salvador. A este tipo de personas, Dios les perdona todas sus iniquidades, no solo los pecados de la lengua, sino todos los pecados que hayan cometido.
Si Usted no quiere que algún día Dios le juzgue por todo lo malo que ha dicho o ha hecho, reciba a Cristo hoy mismo. En respuesta Dios olvidará su pecado. Pero si Usted prefiere ser juzgado por todo lo malo que ha dicho o ha hecho, adelante, rechace a Cristo como Salvador, y Usted tendrá que pagar pasando la eternidad en tormento en fuego.