Aquellas personas que murieron hace muchos años sin haber jamás oído el evangelio son salvos o están perdidos, por ejemplo mis bisabuelos, mi papá me ha contado que ellos jamás oyeron hablar de Jesucristo. Nadie les dijo nunca nada. Ellos vivían en la serranía de la cordillera andina donde no existía ni luz eléctrica, peor radio. A ese lugar nunca nadie llegó a predicar el evangelio.
Bueno, la pregunta que Ud. ha hecho ha intrigado a teólogos y no teólogos a lo largo de la existencia de la humanidad. Ud. se pregunta si sus bisabuelos que vivieron en algún lugar remoto del planeta, donde nunca llegó un misionero con el mensaje de salvación en Jesucristo, fueron salvos o estarán sufriendo eterna condenación. Nosotros vamos a mostrarle lo que la Biblia dice en cuanto a personas como sus bisabuelos.
En primer lugar, la Biblia dice que Dios se les reveló a sí mismo en la naturaleza. Salmo 19:1-4 dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras»
Tanto el hombre moderno como el del pasado remoto, incluidos sus bisabuelos y los mayas y los incas, etc. recibieron directamente de Dios un mensaje claro y directo sobre la existencia y poder de Dios. El mensaje es sin palabras. El mensaje está presente cada día y cada noche. El mensaje satura la tierra hasta el más recóndito rincón. No existe ser humano que no haya sido expuesto a este mensaje. El mensaje es la misma creación.
La creación se levanta como un incontrastable testigo que asevera la existencia y poder de Dios. Solo hace falta mirar el sol en el firmamento durante el día, o la luna y las estrellas en el firmamento durante la noche. O el brotar de una planta de la tierra partiendo de una simple semilla. O la hermosura de una flor. O el bello amanecer. O la frescura de la pradera en primavera. O la suave brisa al caer la tarde, o el dulce trinar de las aves, para saber que existe un creador todopoderoso.
Un ser inteligente como es el hombre, en cualquier época de la humanidad ha tenido este fuerte testimonio. De modo que nadie puede decir honestamente que no sabe nada sobre Dios.
En segundo lugar, la Biblia dice que Dios ha puesto en cada ser humano una conciencia de la existencia de Dios. Romanos 1:18-19 dice: «Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó»
Observe con atención lo que dice este texto. Dios ha puesto una conciencia de su existencia en cada ser humano. A esto se refiere el pasaje cuando dice que lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Este testimonio interno sobre la existencia y grandeza de Dios es la verdad. Pero el hombre que no quiere saber nada de Dios ignora este testimonio interno que Dios ha puesto en cada ser humano. Lo hace por medio de la impiedad y la injusticia.
De modo que, Dios en su gracia, no solamente pone a disposición del ser humano un testimonio externo sobre su existencia y poder, por medio de lo creado, sino que pone también un testimonio interno sobre su persona.
Estos dos testimonios son todo lo que el hombre necesita para encaminarse, por así decirlo a una fe salvadora. Cuando el hombre da crédito a estos testimonios y los valora y los aprecia y vive por ellos, Dios se encarga de guiar al hombre a una fe salvadora en Cristo.
Eso es lo que sucedió con Cornelio, un hombre a quien nadie había predicado de Jesucristo, pero que sin embargo sabía de la existencia de Dios todopoderoso y trataba de obedecerle. Hechos 10:1-6 dice: «Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre. Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. El mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas»
Cornelio, dio crédito al testimonio de Dios por medio de la naturaleza y dio crédito al testimonio de su conciencia. Por eso era varón piadoso y temeroso de Dios. Sin embargo, no era salvo todavía. Para ser salvo necesitaba depositar su fe en Cristo Jesús. Pero Cornelio estaba bien encaminado hacia ello. Es así como Dios va a dar a Cornelio más luz sobre como ser salvo. Dios se encargó de anunciar a Cornelio que haga venir a Pedro para que le diga lo que tiene que hacer. Cornelio obedeció y el resto de la historia mostrará a Pedro predicando sobre la salvación en Jesucristo a Cornelio. De esta manera Cornelio llegó a ser salvo y a ser creyente.
Tenemos entonces que cuando el ser humano se abre al testimonio externo e interno de Dios, Dios mismo se encarga de guiarle a depositar su fe en Cristo Jesús. Pero ¿qué pasa cuando el hombre se cierra al testimonio externo e interno de Dios? Pues eso nos muestra Romanos 1:20-21 que dice: «Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido»
Cuando el hombre voluntariamente se hace sordo al testimonio externo e interno de Dios, se hace culpable ente Dios. Por eso dice el texto que el hombre no tiene excusa. Cuando esto sucede, el hombre se envanece en su razonamiento y su necio corazón es entenebrecido. Al llegar a este punto, Dios hace una entrega judicial de estas personas a la idolatría, a la inmoralidad, al homosexualismo y a todo tipo de pecado. En estas condiciones el hombre es entregado a una mente reprobada.
Esto significa que el pecador reconoce como malo lo que es bueno y reconoce como bueno lo que es malo. Por eso es que hoy en día existe gente que por ejemplo dice que no hay problema con que un hombre sea homosexual. Ve lo malo como si fuera bueno. De modo que, solo Dios sabe si sus bisabuelos o los mayas o los incas respondieron adecuadamente a la luz de Dios que tuvieron mientras vivieron.
Si ellos respondieron adecuadamente, Dios les debe haber guiado a una fe salvadora y ellos consecuentemente son salvos. Pero si ellos dieron sus espaldas a la luz de Dios que tuvieron mientras vivieron, Dios les debe haber entregado a la idolatría, a la adoración de los cuerpos celestes, a la adoración de animales, a la hechicería, al sacrificio de seres humanos, a la poligamia, al homosexualismo, etc.
En estas condiciones ellos pensaban que todas estas cosas son buenas. Cuando murieron recibieron su condenación justa y merecida por ser culpables ante Dios. No tienen excusa dice el apóstol Pablo en Romanos 1.
Interesante pensar en todo esto, pero más interesante es pensar en que Dios en su gracia, le ha conducido a Ud. a la gloriosa verdad de que en Cristo hay salvación de pecados. Puede ser que Ud. ha estado buscando conocer más de ese Dios que Ud. sabe que existe, Ud. sabe que es poderoso, Ud. sabe que ha creado todo lo que existe. Ese deseo ha sido premiado por Dios cuando Él le dice que para tener una relación personal con Él, Ud. necesita recibir a Cristo como Salvador. No de la espalda a lo que le dice la creación y su conciencia. Venga a Cristo hoy mismo.