El matrimonio es una institución creada directamente por Dios. Se encuentra en el libro de Génesis capítulo 2 versículo 24 donde se lee: “Por tanto, dejará el hombre a su padre a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”

El matrimonio implica un dejar padre y madre. Esto tiene que ver con un cambio de la relación de los contrayentes con sus respectivos padres. Hasta antes de casarse, dependían de sus padres, una vez que se casan dejan de depender de sus padres.

Además, el matrimonio implica una unión mutua. Esto tiene que ver con la decisión voluntaria ante alguna autoridad competente de unirse en matrimonio. En cuanto a la forma depende de las leyes de cada país. Hay países en los cuales esto se hace ante una autoridad religiosa debidamente acreditada por las autoridades del país.

Hay otros países en los cuales esto se hace ante un juez civil, con la presencia de testigos. En todo caso, los contrayentes que hasta ese momento eran considerados solteros, pasan a ser considerados casados. Por último, el matrimonio implica una fusión de dos personas, para llegar a ser uno en espíritu, alma y cuerpo. Esta es una obra creativa de Dios. Cuando una pareja pasa por estas etapas se dice que están casados.

Como Usted podrá notar, en ningún momento existe una etapa que se llame ceremonia religiosa, o matrimonio eclesiástico. Pero no me malentienda. No estoy diciendo que una ceremonia religiosa sea algo malo o peor todavía, que sea algo contrario a la voluntad de Dios. Una pareja que ha dejado padre y madre, que se han unido como esposos ante la autoridad civil respectiva, y que se han hecho uno en espíritu, alma y cuerpo, están bien casados.

El hecho que no hayan tenido una ceremonia religiosa no les hace ni más casados ni menos casados. Pero, por otro lado, está el tema del pastorado. Uno de los requisitos para los que aspiran a ser pastores es que sean irreprensibles. Una persona irreprensible es aquella que no tiene de dónde ser tomado para acusarle.

Una persona en cuya vida no hay nada cuestionable. Con relación al matrimonio eclesiástico, si alguien que aspira a pastor, no cumple con este compromiso, en un sentido está dando un motivo, probablemente injustificado, para que la gente lo cuestione y eso podría afectar de alguna manera su ministerio pastoral.

Los pastores tenemos que eliminar cualquier motivo para que la gente nos cuestione. Por esta razón es recomendable que los pastores cumplan con esa costumbre del matrimonio eclesiástico. Será bueno para el ejercicio de su pastorado. Nadie tendrá motivo para preguntarse: ¿Por qué el pastor no se habrá casado por la iglesia?

Así que, el hecho que no se haya casado por la iglesia, no necesariamente es pecado, pero puede ser que sea un motivo para que alguna gente lo cuestione. Para evitar tener que dar las explicaciones del caso a cada persona que le cuestione, quizá sea mejor que con la ayuda de la congregación, organice su propio matrimonio eclesiástico.

No importa que ya tiene años de casado y seguramente hijos y tal vez hasta nietos. Busque algún colega pastor que oficie la ceremonia eclesiástica y cumpla con este compromiso, para bien suyo y para bien de la congregación.