La oración de Jabes se encuentra en 1 Corintios 4: 9-10 donde dice: “Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me librarás de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.”
Jabes clamó a Dios pidiendo cuatro cosas grandiosas;
Número uno, bendición. Una persona bendecida por Dios va a tener lo mejor de Dios.
Número dos, ¡Oh si ensancharas mi territorio! Jabes debe haber tenido cierta cantidad de territorio. Seguramente estaba contento con ese territorio, pero no estaba conforme con ese territorio. Una cosa es estar contento con algo otra muy diferente es estar conforme con algo. Dios nos exhorta a estar contentos con lo que tenemos, pero jamás demanda que debemos estar conformes con lo que tenemos. Jabes quería tener más territorio para la gloria de Dios, y eso es lo que pidió a Dios.
Número tres, ¡Oh si tu mano estuviera conmigo! Jabes no cesa de pedir cosas grandes a Dios. Ahora quiere que la mano de Dios esté sobre su vida. Donde Dios pone la mano siempre va a haber cosas excelentes.
Número cuatro, ¡Oh si me libraras de mal para que no me dañe! Jabes había sufrido lo suficiente y franca y honestamente está pidiendo a Dios que aleje el mal de su vida. ¿Qué le parece estos pedidos que hace Jabes?
Muchos criticarán a Jabes por ser tan ambicioso en sus pedidos. Pero Dios no se ofendió por los pedidos de Jabes. Eso lo sabemos porque Dios otorgó a Jabes todo lo que pidió. Muchos han pensado que la clave para recibir de Dios cualquier cosa está en repetir mecánicamente varias veces cada día, la misma oración que Jabes hizo a Dios. La oración de Jabes no es como una mantra mágica que obliga a Dios a hacer todo lo que le pidamos.
Permítame compartir este corto artículo que encontré en un libro devocional, y que tiene que ver con el peligro de mal interpretar la oración de Jabes. Dice así y cito textualmente: Las celebraciones del año nuevo chino están llenas de diversión para los niños. Cuando las familias y amigos se reúnen, los adultos acostumbran dar a los niños pequeños sobres rojos con algo de dinero adentro. A menudo los niños destrozan los sobres para echan mano del dinero sin fijarse de quien viene el regalo. Los padres recomiendan a los niños que antes de romper el sobre deben mirar bien de quién viene el regalo, porque más importante es saber de quién viene el regalo que el mismo regalo.
De una manera similar, cuando se estudia la oración de Jabes en 1 Crónicas 4:9-10, el dador, Jehová, es más importante que el regalo. Si solamente enfocamos nuestra atención en el pedido que hizo Jabes, es muy fácil caer en el error de transformar esta oración en una fórmula mágica para obtener lo que queramos de Dios.
No sabemos mucho sobre Jabes, excepto que su madre le puso un nombre que en Hebreo significa “dolor”. También sabemos que cuando llegó a grande, Jabes fue más ilustre que sus hermanos. ¿Qué es lo que hizo a Jabes más ilustre que sus hermanos? Juzgando por lo que oró, podemos deducir que Jabes tomó su relación con Jehová con total seriedad. No hay nada de mágico en las palabras que usó al orar. Lo que pasó fue que Jabes reconoció que Jehová es el dador de todas las cosas y honró a Dios pidiendo las cosas conforme a su grandeza.
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