La expresión: Don del Espíritu Santo aparece por dos ocasiones en el Nuevo Testamento.
La primera vez, en Hechos 2:38 donde dice: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
La segunda vez en Hechos 10:45 donde dice: “Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo.”
En ambos casos, el don del Espíritu Santo se refiere a la persona del Espíritu Santo. Es un don, por dos razones fundamentales.
Primero, porque es dado por gracia, es decir, gratuitamente. En respuesta a la fe de una persona cuando recibe a Cristo como Salvador.
Segundo, porque fue prometido por Jesucristo resucitado, poco antes de ascender a la gloria de su Padre. Lucas 24:49 dice: “He aquí yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.”
Cuando Jesús habla de la promesa se está refiriendo a la persona del Espíritu Santo. Juan 14:16-17 dice. “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir; porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”
Así que, el don del Espíritu Santo es la persona del Espíritu Santo que mora en la vida de una persona que ha recibido a Cristo como su Salvador. Esto se confirma por lo que dicen otros pasajes del Nuevo Testamento. Hablando del Espíritu Santo, existen dos textos bíblicos en los cuales a la persona del Espíritu Santo se le llama don.
El primero, en Hechos 8:19-20 donde leemos. “diciendo: Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.” En este caso, a la persona del Espíritu Santo se le llama el don de Dios.
El segundo, en Hechos 11:17 donde dice. “Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?” De modo que, si ha recibido por la fe a Jesucristo como su Salvador, ha recibido el don del Espíritu Santo, es decir que el Espíritu Santo mora en usted.
Es más, si no tiene el Espíritu Santo en su vida, usted no es creyente. Observe lo que dice Romanos 8:9 “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”