“Pero Dios, que anima a los que sufren, nos consoló con la llegada de Tito.” 2ª Corintios 7:6
Entre todos los fracasos por los que la experiencia humana transita, uno de ellos tiene que ver con nuestros vínculos. Hay personas que no pueden sostener con facilidad el encuentro constante con los otros. Quizá por su carácter o por tener dañada la confianza, prefieren aislarse o simplemente ser superficiales y evitar relaciones profundas y comprometidas. Lo más triste de esta realidad es que la tristeza, la queja y el reproche son las consecuencias inmediatas de esta necesidad no satisfecha.
Si bien es bueno un poco de soledad para encontrarnos con Dios y con nosotros mismos, no es tan bueno cuando es producto de la dificultad para estar con otros. Las personas que tienden a aislarse demuestran heridas profundas que hay en su corazón.
Si bien las causas son particulares a cada una de ellas; hay ciertas características comunes. Puede que se sientan rechazadas o menos importantes que los demás. O quizá son intolerantes ante las diferencias y no pueden ceder absolutamente en nada.
También suele ocurrir que no confían en nadie excepto en ellos mismos o que implícitamente buscan algún modo de mantenerse en el sufrimiento y la tristeza como si fuera un auto castigo del que no pueden salir.
La Biblia abunda en historias de hombres y mujeres que se sintieron solos, aun Jesús sintió soledad en el huerto de Getsemaní y buscó apoyo en sus más íntimos amigos. El apóstol Pablo, cuando estaba en Macedonia, también sintió tristeza y desamparo.
Es allí cuando mencionó a Tito que como un bálsamo llegó a visitarlo y le trajo alivio a su alma. Una y otra vez, el aprendizaje que Dios nos deja es que debemos abrirnos a la disposición para salir del aislamiento y recibir las expresiones de amor que otros pueden darnos, al igual que Pablo lo hizo. Muchos viven quejándose de su soledad; pero cuando alguien les ofrece compañía, sabotean y rechazan. La manera en que Dios nos ama también se manifiesta a través de nuestros hermanos.
Pensamiento del día:
Es de sabios aprender a estar bien con los demás y también sin ellos.