La Biblia declara que algo terrible le ha ocurrido a la raza humana.
Consideremos estadísticas como estas, extraídas del New Internationalist Magazine de enero de 1980: “El dinero requerido para dar comida, agua, educación, salud y hogar adecuados para cada ser humano en el mundo se ha calculado en 17.000 millones de dólares al año.
Es una gran cantidad de dinero: tanto como lo que el mundo gasta en armas cada dos semanas”.
Algo marcha terriblemente mal en el mundo. Probablemente todo el mundo está de acuerdo con esto. Pero la Palabra de Dios se acerca aún más a la Verdad, declarando que no es solamente el mundo el que anda mal, sino el hombre mismo.
No hay que cambiar solamente el sistema; también el corazón humano. Hay algo perverso, rebelde y amargo dentro de cada uno de nosotros. Es lo que la Biblia llama “pecado”. Ese es el problema. Si has criado niños, por ejemplo, sabrás lo difícil que resulta conseguir que digan “por favor” y “gracias” como deberían. Esto es algo que al parecer encuentran difícil de aprender.
Pero nadie tiene que enseñarles a presumir o a mentir: les sale naturalmente. Cuesta mucho conseguir que compartan sus juguetes; pero no hace falta preguntarles dos veces qué es lo próximo que les gustaría comprar en la juguetería. Nosotros éramos iguales cuando niños. El hombre, da la impresión de estar bajo la maldición de estas cosas que parecen “naturales”.
Pero permíteme decirte que en el principio no fue así. En el primer capítulo de la Biblia leemos: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). Dios es el Creador personal y poderoso que habla al hombre.
Dios nos hizo a su imagen: con personalidad, con el poder de comunicarnos, con la capacidad de poder ser creativos. El hecho de que estamos hechos a imagen de Dios le da una increíble dignidad a cada ser humano. No existe tal cosa como una vida humana sin valor.
Hoy vemos, entonces, una raza creada en dignidad pero devaluada. Por la misericordia del mismo Dios Creador, Jesucristo entre en escena y nos devuelve lo que el pecado nos quitó: La Vida abundante de Dios.
Pensamiento del día:
Escoger vivir sin Dios nos hace seguir en la pendiente de la degradación humana.