Dios está presente aunque estemos completamente inconscientes de Él. La ignorancia de este hecho ha sido la tragedia más grande de la raza humana. Jacob, aunque tarde, llegó a reconocerlo y eso transformó su vida entera, Génesis 28:16: “En verdad Jehová estaba en este lugar y yo no lo sabía”. Atravesando el relato bíblico nos encontramos con otro texto análogo que menciona esta tragedia: “Esa luz verdadera venía a este mundo, pero el mundo no lo conoció”, Juan 1:10. ¿Te has puesto a pensar cómo cambiaría tu vida si vivieras cada minuto en función de esta premisa?… Aunque muchos conciben a un Dios lejano e indiferente Él está mucho más cerca de ti de lo que imaginas. No hace falta gritar a voz en cuello llamando a un Dios ausente. Dios siempre está tratando de llamar nuestra atención. Si le buscas con un corazón sincero se comenzará a desarrollar en ti ese sentido de la percepción espiritual esencial para ver la vida. Él usará métodos no convencionales e inesperados para tal fin y tú debes estar atento para verle obrar a tu alrededor. Una crisis matrimonial, la salud en riesgo, tu economía en crisis. No sé, pero tú debes estar atento para no dejar pasar esa oportunidad de descubrirle de una manera nueva, personal y única. La aproximación del alma a Dios no es cuestión de kilómetros sino de experiencia. Como leímos en el texto de cabecera, somos como peces en el mar. Dios es el mar y en Él nos movemos, existimos y somos. Fuera de Él somos tan inútiles como un pez intentando moverse por la superficie del terreno con sus torpes aletas. Aún así nos alejamos vanamente de su presencia aludiendo que Él nos abandonó. ¿No le ves?… El problema es tuyo, pero te rodea, te sostiene, te sustenta. Cuando te dispones a buscarlo en humildad te sorprenderás de ver que estaba a cada paso y tú no lo sabías. Como aquella historia de las huellas de dos personas en la arena y luego sólo una, sí, las de Dios, porque Él te cargó en sus brazos de amor cuando tú ni siquiera te diste cuenta que seguían siendo dos.
Pensamiento del día: La aproximación del alma a Dios no es cuestión de kilómetros sino de experiencia. No es verlo, sino sentirlo.