En la antigüedad, el asesinato era una amenaza constante para los reyes, y uno de los métodos más eficaces para realizarlo era envenenando sus comida y bebidas.
El copero, persona asignada a confirmar que la comida y bebida del rey no estaba envenenada, ocupaba un puesto de gran confianza y responsabilidad.
Nehemías era un judío exiliado que no había regresado nunca a su tierra de origen y servía de copero al rey de Persia.
Un día recibe una triste y desgarradora noticia: Su pueblo y su ciudad de origen estaban en una triste situación.
Estaban en ruinas, desolación y pobreza. Tal fue la angustia que causó la noticia a este noble hombre que no pudo disimularla delante del rey. Su cara transmitía la preocupación y su ánimo decaía cada día por la impotencia que sentía ante la realidad del pueblo judío, su pueblo.
Lloró, ayunó e hizo duelo; pero lo más importante fue su oración específica a Dios, rogándole que le ayudara a interceder por los suyos ante el rey.
Él ora así: “Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre; concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón.
Porque yo servía de copero al rey” ¿Sabes cuál fue la respuesta? El mismo rey cuando ve su tristeza, le pregunta: “¿Qué cosa pides?” ¡Imagínate a ti ante una situación similar! ¡Que un alto funcionario viera tu preocupación y te preguntara qué puede hacer para ayudarte! Nehemías no titubeó.
Inmediatamente le pide exactamente todo lo que necesitaba para viajar y reparar la ciudad. Ya tenía en su mente y en su corazón todo previsto. No improvisó ningún presupuesto ni dudó en nada porque su oración había sido precisa.
¿Qué cosas te ponen triste? ¿Cuál es hoy tu mayor pesar o preocupación? Dios está a nuestro favor y podemos pedir específicamente aquello que necesitamos. Seamos concretos y aprendamos a decirle a Él lo que precisamos que haga por nosotros.
Esa actitud de dependencia fortalece nuestra fe y nuestro crecimiento.
Pensamiento del día:
La oración tiene el sobrenatural poder de convertir posible lo que percibimos imposible.