Varias veces me he referido al hecho real de que mayormente las mismas cosas que soy capaz de hacer asistido por otros, también las puedo hacer yo solito. Sí, pero ¿a qué costo?… Esta es la pregunta, esta es la cuestión. La típica frase: “Dejame que yo solo me las arreglo”. Probablemente puedas lograrlo. Eres capaz, (o por lo menos así lo crees). Lo has hecho otras veces solo y sabes cómo hacerlo. No es problema para ti. Pero ese no es el punto. Básicamente pierdes dos cosas: Primero la posibilidad de involucrar a otros, capacitarlos, enriquecerlos, enseñarles, delegar, proyectar en ellos tu trabajo. Y segundo: Te agotas al extremo. Quedas exhausto, el agotamiento excesivo te cambia el carácter y ahuyentas y hieres a las personas que más amas y que más te aman. Lo haces, sí, pero ¿a qué costo?… Frase algo trillada, pero siempre necesaria: “¿QUIERES LLEGAR RÁPIDO?… ANDA SOLITO. ¿QUIERES LLEGAR LEJOS?, ANDA EN EQUIPO”.
Jesús tenía la épica tarea de redimir a toda la humanidad y contaba solamente con algo más de tres años. Sí, lo oíste bien, 40 meses para dividir la historia en dos. Era el Omnipotente, tenía súper poderes y una mente excelsa. ¿Lo podría haber hecho solo? ¡Por supuesto! Hizo el universo en seis días y no le pidió ayuda a nadie… Pero oró toda una noche, bajó del monte, se dirigió a la playa y escogió a un grupo de humildes pescadores para que le asistieran. ¿Si le fue bien con el grupo?… Ummmmmm. Hubo retrasos, peleas, lecciones repetidas varias veces y hasta deserción, traición y abandono cobarde. Él lo sabía. ¡Por supuesto! Pero igual escogió trabajar en equipo, porque como humano se cansaba y compartió la carga. Porque se iba, y sabía que necesitaba capacitarlos para la Gran Comisión que les encargaría. Porque quiso dejarnos ejemplo para que sigamos sus pisadas. Y aunque muchas veces transitó el camino solo, también dejó huellas, huellas de aquellos que lo acompañaron. Te pregunto ¿quién te acompaña en el viaje de tu vida?… Si miras a tu lado y no ves a nadie ¿no será porque equivocaste el camino?…
Pensamiento del día: El peligro de trabajar solo no es el de no alcanzar la meta, sino el de pagar un costo demasiado alto por lograrlo.