En los tiempos de la reforma, Martín Lutero, que era un fraile de poca importancia, fue citado a la ciudad de Warms para responder por su fe. Le dijeron que si iba a Warms tendría que enfrentarse con los hombres más poderosos de la Iglesia Católica Romana y que no podía esperar nada bueno de ellos si se apoderaban de él. Pero Lutero respondió: “Iré a Warms, aunque haya tantos demonios como tejas halla en sus tejados”. Se le dijo que si iba allí, el Duque Jorge se pondría en contra de él y lo arrestaría. “Iré” dijo. “Aunque lluevan Duques Jorges”.
Otra historia análoga cuenta que en los albores de la iglesia, trajeron arrestado a un cristiano de nombre Justino ante un magistrado que se llamaba Rústico. Justino no abandonó su fe a pesar de las amenazas. El juez le dijo burlonamente: “¿Es que te imaginas que vas a subir al cielo y recibir allí alguna recompensa?” A lo que Justino respondió: “No me lo imagino, lo sé. Y no me cabe la menor duda”
Historias de valor y martirio como éstas llenan las páginas de los primeros siglos de vida de la iglesia cristiana.
¿Puede ser mentira la doctrina del cristianismo cuando tanta sangre corrió por defenderla? Los hombres defienden una mentira aun hasta las últimas consecuencias, pero cuando la espada fría toca su cuello, confiesan la verdad. Ninguna mentira es más importante que la propia vida. Al fin y al cabo se miente para salvar la vida, ¿verdad?
No hay necedad más grande que negar lo evidente. Las evidencias de la veracidad de la Biblia y la verdad que proclamó Jesús y sigue proclamando, están a la vista. Si no quieres verlo, es tu problema, pero su verdad sigue marchando.
Nuestro líder, Jesús, se armó de valor para realizar su misión. Y su iglesia, hoy, sigue sus pasos.
PENSAMIENTO DEL DÍA:
LA IGLESIA SE CONSTRUYE SOBRE LA SANGRE DE SUS MÁRTIRES. ¡NO! AL CRISTIANISMO FÁCIL.