Un antiguo presidente de la Academia Noruega de Ciencias y doctores en historia de Inglaterra, Egipto, Alemania e India han sacado una información asombrosa: Desde 3,600 años Antes de Cristo, el mundo ha conocido solo 292 años de paz.
Durante este período han observado 14,351 guerras, grandes y pequeñas, en donde un total de 3.64 mil millones de personas han sido matados.
El valor de la propiedad destruida pagaría por una cinta de oro que correría alrededor del mundo entero con una medida de 156.43 kilómetros de ancho y 1,005.84 cm de grueso. Desde el año 650 antes de Cristo se ha observado 1,656 carreras de armamentos, solo 16 de ellas no terminaron en guerra.
Las demás terminaron en un colapso económico de los países involucrados. Quizá no podamos verificar exactamente la veracidad de esta fuente y sus alcances, sin embargo, ninguno de nosotros puede negar las guerras, la falta de paz entre los seres humanos y dentro del corazón del hombre también.
Miles de leyes y de organismos dedicados a defender los derechos humanos impulsan con mucha fuerza la carrera des armamentista, pero los resultados se frustran ante las potencias mundiales. Canciones y protestas por la paz, pero nada alcanza.
Y la humanidad se pierde día a día en el olor a pólvora del mundo y también en el de sus propias guerras internas
Buscamos la paz en las circunstancias: Un mejor trabajo, una mejor relación de pareja, hijos que anden en lo correcto y salud ante todas las cosas; pero si algo de esto trastabilla, el miedo, la ansiedad y la desesperación nos roban cualquier estado de tranquilidad que hayamos alcanzado.
Jesús se ocupó de la paz hasta el último momento de su vida en esta Tierra. En medio de una escena trágica en la cual Él anunciaba su crucifixión ante sus discípulos, les dice: “No tengan miedo, MI PAZ les dejo, MI PAZ les doy.
Aquí radica la principal diferencia entre lo que nosotros llamamos paz y lo que Jesús dice ser la paz: No son las circunstancias lo que la determinan sino una relación personal con Él.
Su paz puede ser Tu paz.
Pensamiento del día:
Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla afuera