Una foto y su respectivo comentario al final de la edición de la “Biblia Textual”, exhibe un antiguo mosaico grabado en el suelo de una iglesia de Madaba, Jordania, mostrando la gloriosa ciudad de Jerusalén.
En dicho artículo se menciona que: “Los edificios en detalle son difíciles de identificar, pero se puede notar fácilmente que la puerta norte de la ciudad se encuentra en el extremo izquierdo.
Este hecho confirma la teoría de que los mapas, en aquel entonces, se orientaban hacia el Este y no hacia el Norte como ahora. El Este, entonces, era el más importante de los puntos cardinales en la cartografía bíblica y en los documentos de aquella época.
De ahí la tan común expresión “desorientado” No se sabe exactamente cuándo y por qué el hombre comenzó a escoger el Norte como principal punto.
Desde el mismo Génesis esto es notorio, en la ubicación del huerto del Edén, Génesis 2:8; en el sitio del sepulcro de los patriarcas, Génesis 49:30; en el orden de acampar en el tabernáculo en el desierto, Números 2:2; donde acampaban Moisés y Aarón, Números 3:38.
Vemos entonces que la preferencia bíblica es por el Este. Paradójicamente la alusión bíblica a los puntos cardinales, en ocasiones denota presencia de luchas angélicas relacionadas con rebelión y disputa de poderes, (Isaías 14:13). Tristemente la ciencia de la cartografía presenta todos sus mapas orientados hacia el Norte”.
Pero alguna buena razón debe tener Dios para sugerir que los mapas se “orienten hacia el oriente”, valga la redundancia. ¿No será que Dios está mostrando la natural tendencia del ser humano a revelarse siempre hacia lo estipulado por su voluntad? Este mundo marcha en sentido equivocado, y tanto él como el hombre se hallan perdidos.
Dios observa desde su cielo y ve a su criatura totalmente desubicada, sin rumbo fijo, deambulando de aquí para allá detrás de cuánta oferta de placer este mundo le proponga.
Fue entonces que Él quiso ayudarnos a encontrar la salida al laberinto de insatisfacción en el que nos encontrábamos y nos envió a su Hijo, Cristo Jesús a guiarnos a casa.
El extremo de su Cruz nos marca el camino. Está señalizado de rojo, rojo sangre para recordarnos con cuán gran amor nos amó, y hasta que no sometamos nuestra voluntad bajo Su voluntad, seguiremos siempre: DESORIENTADOS.
Pensamiento del día:
Si tu alma, mente y corazón no siguen al Jesús de la cruz estás eternamente perdido.