La religiosidad es propia del ser humano. Creas o no en Dios, todas las construcciones de tu pensamiento, y lo que dices creer, es el resultado de largos procesos en tu historia personal.
Aunque casi ni lo percibas, muchas cosas influenciaron tu fe. Así pues, las prácticas religiosas de tus padres, los mandatos que recibiste de ellos, lo que viviste y aprendiste durante toda tu vida, hacen que hoy seas el tipo de religioso que eres.
Más allá de todo, lo interesante es que lo que crees, acompaña lo que vives. El relato de Juan capítulo 4 cuenta un maravilloso (y extraño) encuentro de Jesús con una mujer Samaritana.
Era poco común que judíos y Samaritanos estableciesen diálogo; pero en este caso, a Jesús le era necesario pasar por esa ciudad para que este encuentro se produjese. Así fue que, en medio de preguntas y respuestas, ella queda expuesta ante la mirada del Señor.
No conocía a Dios, pero sabía lo que sus padres le habían enseñado y lo repetía diciéndole: “_Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero ustedes los judíos dicen que el lugar donde debemos adorar está en Jerusalén”. Ella sabía que algún día vendría el Mesías, pero no se había dado cuenta que ese Mesías era el mismo que estaba dialogando con ella.
¿Conoces a Dios o solamente repites lo que aprendiste? El camino de la fe no se alcanza a través de mandatos sino a través de un encuentro personal con Jesús.
Muchos líderes religiosos han venido al mundo a establecer sus verdades; pero Cristo no es una verdad más. Él ES LA VERDAD.
La mujer del relato, tenía una vaga idea acerca de la adoración y de la venida del Mesías, pero esos pocos conocimientos no habían servido para que ella pudiera transformar su vida.
En el amoroso encuentro con Jesús, ella pasó de su vacía religión a una significativa devoción hacia Aquel que había hablado con ella en el pozo. La misma relación puede comenzar hoy contigo si crees en Él.
PENSAMIENTO DEL DÍA:
Sólo conozco dos tipos de personas razonables: las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que le buscan de todo corazón porque no le conocen. (Pascal)