Todo los que tenemos o alguna vez tuvimos un automóvil hemos aprendido que al lavarlo descubrimos detalles que habíamos pasado por alto.

Me sucedió esta semana. Mientras lavaba mi vehículo me di cuenta que algún “amante de lo ajeno” había arrancado el logo metálico que lucía la marca de dicho vehículo.

Es sabido que se venden por algunas monedas a otro que también se lo robaron. ¡Probablemente me lo habían sacado hacía varios días y yo ni me había percatado!

Es que práctica del aseo y la limpieza no solo cumple la función de quitar la suciedad sino también de evaluar las pérdidas y descubrir nuevos daños. Lo mismo sucede cuando tomas un tiempo para asear a tu mascota tú mismo, y entonces notas esa llaga que estuvo allí oculta desde hace tiempo. O cuando le dedicas algo de tiempo libre a tus envejecidas plantas y flores de la casa y descubres esas plagas tan indeseables.

Pero la cosa se pone peor cuando de plagas del alma, manchas del corazón o pérdidas de valores morales se trata. El consejo de Dios en su Palabra es “Mirad bien”, (Hebreos 12:15) Tomen la lupa, pongan su conducta bajo el microscopio, no se conformen con una supervisión pasajera y superficial de los problemas o de los síntomas que les aquejan.

Muchas veces nos acostumbramos a convivir con indicios que están denotando o evidenciando que algo anda mal, muy mal, y nosotros “hacemos la vista gorda”, miramos para otro lado, o lo tratamos livianamente, solo para darnos cuenta, tarde, que ese pecado siempre estuvo allí, y nosotros no hicimos nada. Es en ese contexto que el apóstol Pablo recomienda en su carta: “En lo que requiera diligencia ¡no sean perezosos!”.

Así como en la antigüedad las personas debían lavarse cada vez que se sentaban a comer o entraban a una casa sus manos y sus pies, aunque se hayan aseado antes de salir de sus casa, así Jesús le recomendó a sus discípulos que debían hacer con sus corazones cada vez por el contacto que tengan con Su Palabra que, cual agua limpia, nos lava, nos supervisa y nos refresca mientras transitamos el desierto de este mundo.

Pensamiento del día:

Limpia la ventana de tu corazón y descubrirás un mundo nuevo ante tus ojos.