Una antigua historia americana cuenta que cierto día un indio visitó la casa de unos vecinos blancos para pedirles un poco de tabaco. El generoso vecino le dio un puñado y cuando el indio estaba armando sus cigarros encontró entre el tabaco un cuarto de dólar. Pensó que debía guardarlo pues se lo habían regalado, pero a la mañana siguiente fue a la casa del vecino y devolvió la moneda. Este le preguntó por qué razón se la devolvía si nadie podía reclamar. El indio le explicó: “Es que yo tengo aquí, adentro mío, dos hombres, uno bueno y otro malo. El bueno me decía: No es tuyo el dinero, debes devolverlo, pero el malo respondía: No es verdad, te lo dieron, puedes usarlo. El bueno decía: No es verdad, él te dio sólo el tabaco. El malo decía: No importa, ve y compra alcohol. El bueno me decía: No, debes devolverlo. No sabiendo qué hacer me fui a dormir. Pero los dos hombres, dentro de mi corazón siguieron discutiendo toda la noche y no pude pegar un ojo. Así que, como quiero descansar, vine, le devolví el dinero y se acabó la discusión. Ahora me siento mejor”. Esta simpática historia nos grafica una verdad ampliamente expresada en la Biblia. Todo ser humano llega a este mundo con una sola naturaleza: La carnal, la que es débil frente al pecado y débil frente a las santas exigencias de Dios. No puede, no saben, no le sale, no le brota naturalmente lo bueno, sino lo malo. De ahí que se le llame “Naturaleza pecaminosa”, o, dicho en otras palabras: Natural tendencia a pecar. ¿Lo sientes dentro de ti?… Tranquilo, yo también, cada día. Es que también soy humano. Pero aquellos que hemos tenido un encuentro personal con Jesús y hemos puesto en su cruz nuestra confianza como aquel indio, le pedimos perdón por ese estilo de vida pecaminoso y en ese preciso momento Él puso dentro de nosotros otra naturaleza, una segunda, la espiritual que está capacitada para decirle: No, al pecado y: Sí, a lo santo, a lo de Dios. De ahí en adelante sentimos esa misma lucha de aquel indio y en las fuerzas del Espíritu Santo de Dios avanzamos de triunfo en triunfo aunque a veces caemos.
Pensamiento del día:
El hombre viejo y el Nuevo siempre pelearán. Al que tú alimentes más, ese vencerá.