Ofrendar es un privilegio. Al hablar de ofrendar, el apóstol Pablo dice que cada uno de nosotros creyentes debemos hacerlo, tanto los pobres como los ricos. Al decir esto, por supuesto que el apóstol Pablo no esperaba que todos los creyentes ofrenden la misma cantidad ni siquiera la misma proporción. En el texto de 1 Corintios 16:2 se nos dice que la cantidad a ofrendar es: «según haya prosperado». El monto de ofrenda debe ser entonces proporcional a los ingresos del ofrendante. Esto permite que el creyente tenga la libertad de ofrendar en la cantidad que el creyente y Dios se pongan de acuerdo. Es un asunto estrictamente privado entre el creyente y Dios. Ofrendar trae beneficio al creyente. No ofrendamos por el interés de recibir los beneficios, pero esto no elimina los beneficios que están aparejados al ofrendar.
Entre estos beneficios podemos mencionar el gozo. Los creyentes de Macedonia ofrendaron sacrificadamente y esto produjo abundancia de su gozo según 2 Corintios 8:2 donde leemos: «Que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.» Otro beneficio de ofrendar es la multiplicación de recursos para poder ofrendar más. Mientras más ofrendamos, el Señor nos dará más, no para que tengamos más sino para que podamos dar más. Note lo que dice 2 Corintios 9:6 «Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente, y el que siembra generosamente, generosamente también segará.» Pablo tomó un ejemplo de la agricultura para ilustrar que la magnitud de las bendiciones que resultan de ofrendar tiene relación directa a la magnitud de nuestra ofrenda. Por supuesto que estas bendiciones no son exclusivamente materiales, sino principalmente espirituales. Otro beneficio de ofrendar es que el nombre de Dios es objeto de acciones de gracias por parte de los que han sido ayudados con la ofrenda. Ponga atención a lo que dice 2 Corintios 9:12 «Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios.» Esto es fantástico, cuando ofrendamos, la gente que recibe algún beneficio de esa ofrenda agradecerá a Dios, no a nosotros, y esto traerá gloria al nombre de Dios, lo cual es justamente lo que todo creyente debe buscar.
Ahora viene el asunto de cómo distribuir la ofrenda. Hay que tomar en cuenta varias cosas. Primero, se puede usar para ayudar a los necesitados de la congregación. 1 Timoteo 5:16 dice: «Si algún creyente o alguna creyente tiene viudas, que las mantenga, y no sea gravada la iglesia, a fin de que haya lo suficiente para las que en verdad son viudas.» Segundo, se puede usar para apoyar económicamente a algunos pastores o ancianos que están dedicados a enseñar en la iglesia local. 1Timoteo 5:17 dice: «Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.» Tercero, se puede usar para solventar los gastos que la propia iglesia local incurre para poder funcionar adecuadamente, tales como pagos por servicios de agua, luz eléctrica, teléfono, gastos en actividades de la iglesia. Todo esto se hace con la ofrenda que se entrega a la iglesia local, pero la Biblia muestra también que los creyentes tienen la libertad de canalizar directamente sus ofrendas para ayudar a los necesitados, o para ayudar a los misioneros, o a ministerios cristianos con sana doctrina, como La Biblia Dice.