El diezmo fue un mandato para el pueblo de Israel. El diezmo ha sido claramente legislado en la ley de Moisés. El pueblo de Israel tenía el mandato de entregar dos diezmos completos, es decir un 20% y otro adicional cada tres años, esto es, 3.33% por año. Hechas las cuentas, todo israelita tenía que entregar por ley un 23.3% de sus ingresos, en calidad de diezmos. Pero el Nuevo Testamento presenta algo diferente. Se encuentra en varios pasajes bíblicos, pero dos se distinguen. El primero se encuentra en 1 Corintios 16:1-2. La Biblia dice: En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.
Este principio es universal para la iglesia, no solamente para la iglesia en Corinto o las iglesias en Galacia. La ofrenda debe ser parte de la adoración a Dios cada primer día de la semana. Es un privilegio de cada uno de los creyentes, no sólo para los ricos ni sólo para los que tienen disposición de hacerlo, sino para todos. La ofrenda debe ser preparada de antemano. Ponga aparte algo, dice el texto. La ofrenda debe ser proporcional a la manera como se haya prosperado. La ofrenda será guardada celosamente, guardándolo, dice el texto. El otro pasaje bíblico se encuentra en 2 Corintios 9:6-7. La Biblia dice: Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.
La ofrenda debe ser generosa. Si bajo el antiguo pacto los israelitas estaban obligados a entregar al menos el 23.3% de sus ingresos a Dios en calidad de diezmo, bajo el nuevo pacto, que es muchísimo mejor que el antiguo pacto, ¿estaría bien entregar al Señor algo menos que eso?
Jamás piense que con tal de entregar el 10% de sus ingresos, con eso ya es suficiente. La triste realidad es que muchos ni siquiera llegan a dar ese 10%. La ofrenda debe ser un asunto entre el que ofrenda y Dios.
Cada uno dé como propuso en su corazón, dice el texto. La ofrenda debe ser algo que produce gozo, y alegría en el que ofrenda. No con tristeza, porque Dios ama al dador alegre, dice el texto.
La ofrenda no debe ser dada por necesidad. Es decir por obligación o por manipulación. Estos son tal vez los principios más importantes del Nuevo Testamento en cuanto a ofrendar. En ningún lugar del Nuevo Testamento aparece el concepto que un requisito para poder servir al Señor es estar al día con el diezmo, tampoco estar ofrendando conforme a los principios establecidos por la palabra de Dios. ¿Por qué?
Pues porque el ofrendar es algo que todo creyente debe estar haciéndolo, no solamente los que aspiran a servir al Señor en la iglesia. Es de esperarse por tanto que los que están sirviendo al Señor en la iglesia, estén siendo fieles con sus ofrendas al Señor, no como un requisito para poder seguir sirviendo al Señor, sino como una respuesta natural al mandado del Señor de ofrendar.