¿Es verdad que la única evidencia del bautismo en el Espíritu Santo es hablar en otras lenguas?
Para entender este asunto es necesario tener en claro lo que es el bautismo en el Espíritu Santo y lo que es el don de lenguas.
Veamos qué es lo que nos dice la Biblia sobre el bautismo en el Espíritu Santo. 1ª Corintios 12:12-13 dice: «Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.»
La iglesia es el cuerpo de Cristo. La iglesia de Cristo tiene muchos miembros. ¿Cómo ingresa un creyente a formar parte del cuerpo de Cristo que es la iglesia? Pues por el bautismo en o por el Espíritu Santo. Esto es lo que afirma el pasaje que acabamos de leer. El bautismo en el Espíritu Santo entonces no es para capacitar a un creyente para hablar en lenguas, sino para introducir a un creyente en el cuerpo de Cristo que es la iglesia.
Esta obra de Cristo mediante el Espíritu Santo ocurre el instante mismo que una persona pasa de muerte a vida por recibir a Cristo como Salvador. El bautismo en el Espíritu Santo no es algo que el creyente tiene que buscar, porque ocurrió ya el momento que llegó a ser creyente.
El don de lenguas por otro lado, es la capacidad dada por Dios a través del Espíritu Santo, a algunos creyentes, no a todos, por la cual estos creyentes podían hablar un idioma que nunca lo habían aprendido. Este don fue dado por Dios en forma soberana, por medio del Espíritu Santo, a algunos creyentes, no a todos, como una señal a los incrédulos.
1ª Corintios 14:22 dice: «Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos, pero la profecía no a los incrédulos, sino a los creyentes.»
De esto podemos ver que el bautismo en el Espíritu Santo y el don de lenguas no tienen nada que ver lo uno con lo otro. Todos los creyentes han sido bautizados por el Espíritu Santo, pero no todos los creyentes han recibido el don para hablar idiomas que nunca aprendieron.