Job 31:1 Hice pacto con mis ojos;
¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?
Dicen que al hombre le entra todo por los ojos y a las mujeres por el oído, también se les gana por el estómago… en fin, la verdad es que, a diferencia de las mujeres, los hombres solemos ser tentados más por la vista que por otros sentidos. Podemos ver algo o a alguien y eso queda incubando por días en tu mente y en algún momento de descuido vuelves a pensar en ello y hasta puedes pecar. Estos días con el equipo de redacción hablábamos del fetichismo y cómo el uso de ciertas prendas o disfraces eróticos pueden ser realmente malos porque promueven la pedofilia y otros tipos de maltratos a las jovencitas, por ejemplo el disfraz de colegiala, puede despertar la fantasía sexual de estar con una adolescente, viéndola de manera inconveniente. Obviamente esto no es en todos los casos, pero sí en algunos. El problema no está en el disfraz ni mucho menos en una adolescente sino en la mente del hombre que las ve con malos deseos.
Jesús dijo: que el ojo es la ventana del alma, si tu ojo es bueno tu alma también, pero si tu ojo es malo por dentro estarás corrompido. Así que es importante que hagamos un pacto con nuestros ojos, que los santifiquemos, que no nos demos la licencia de ver de una manera indebida a otras personas. Pablo dijo a Timoteo: que a las jovencitas las trate con pureza. El ojo como todo musculo debe ser ejercitado para tener un mejor rendimiento, así que mira lo que es conveniente y desecha lo que te hará pecar. Hazte un examen ocular ante Dios, que Él te diga si lo que estás viendo es bueno o malo; tómate un café y conversa con Él sobre este tema.
¿Tienes luchas con la forma de ver a personas del sexo opuesto?
¿Crees que esto es sólo para hombres?
¿Necesitas consagrar tus miradas?