Yo era ojos al ciego,
Y pies al cojo.
Job 29:15
Creo que unos de los momentos más tristes en la vida de una persona y que lamentablemente se repiten a lo largo de su vida es recordar lo que fue o hizo y que ahora ya no puede o no es. Son momentos en que te sientes desfallecer y si hay lágrimas o no, no importa, la sensación de vacío es aterrador. Piensas en lo que eras y te sientes decepcionado de ti mismo, ves que no alcanzaste las metas que tenías o que ya no podrás ser lo que siempre quisiste y todo por los errores que cometiste en algún momento y lloras por tu gloria pasada.
Pero la verdad es que esta es una sensación humana, una perspectiva del hombre y no de Dios, pues Él se encarga de restaura la vida de todo aquel que llega roto a sus pies y lo sana, lo restituye y lo eleva al lugar de honra que siempre tuvo como hijo suyo. Es verdad el dolor del pecado y sus consecuencias quedan en nosotros, pero son sólo parte del recuerdo no la realidad de hoy. Puedes encontrar este perdón y paz en sus manos, en la comunión diaria y tus conversaciones con Él, quizás en un café con Dios.
¿Sientes que ya no sirves?
¿Lloras por tu gloria pasada?
Busca en Dios la restauración.