Hemos escuchado que todo entra por los ojos y sí es verdad, la Biblia también enseña que los ojos son la ventana del alma, y todo lo que entra por ahí contamina o engrandece a la persona. Algunos dicen que el tema del adulterio viene por culpa de las personas que se visten provocativamente y seducen a los débiles e inocentes que sólo ven. Pero Dios muestra que el problema está en el corazón del hombre, y con hombre no me refiero al género masculino sino a la humanidad, porque el adulterio no es algo exclusivo del varón. En definitiva, el alma maneja el músculo que te hace ver o no a otra persona con codicia y te engaña pensando en que nadie te verá.
En el libro de Proverbios dice que: “el que adultera corrompe su alma.” Esta mente afectada por el deseo te hace pensar en que vas a salir bien librado y no vas a tener consecuencias, que no te verán en la oscuridad, pero Dios sí te ve. El adulterio no es sólo cuestión de un contacto físico sino de una cuestión emocional y espiritual, comienza por los sentimientos y pensamientos concluyendo algunas veces en algo físico. Puede que nunca llegues a besar a esa persona, pero en tu corazón ya pecaste. ¿Cómo sabes si estás haciendo algo malo o adúltero? Si lo haces a escondidas, si son mensajes, coqueteos, palabras lo que sea que no lo puedas decir en público es porque estás transitando un camino oscuro donde piensas que nadie te ve. Sal de ese camino, huye, escapa a los brazos y luz de Dios, tómate un café con Él y examina tus relaciones con otros.
¿Tienes conversaciones a escondidas con alguien que no puede ser tu pareja?
¿No puedes controlar tus ojos o miradas de forma indebida a otras personas?
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