Si eres un mero mortal te habrá pasado que vas a la iglesia y al escuchar la prédica dices: ¿Quién le contó al pastor sobre mi vida? Y en realidad no es la gente, eres tú o mejor dicho tu conciencia que te acusa. Una frase que decía mi papá era: “cuanto más cerca de la luz estás, te das cuenta de cuán sucio estás.” Pero muchas veces nos sentimos aludidos por lo que dicen o hablan asumiendo que se trata de nosotros y es porque nuestra cochina conciencia nos recuerda aquellas cosas que hemos hecho en el pasado y de seguro no están arregladas con Dios o con los que ofendimos. Es muy normal sentir esto porque una de las tareas del Espíritu Santo es redargüirte y confrontarte con tu pecado.
El problema es cuando piensas que cada dificultad que hay un tu vida es un castigo de Dios por algo que hiciste, esta mala conciencia es lo que te lleva a vivir como prófugo y no encuentras paz. La verdad es que si has confesado tu pecado y te has arrepentido y alejado de él, no deberías sentir persecución; pero Dios te anima a examinar tu vida para que tengas una conciencia limpia y puedas tener paz. Para ello es el mismo tratamiento que con el pecado, pedir que Dios limpie tu conciencia de obras muertas con la sangre de Cristo; tu corazón ya está limpio pero es tu mente es la que necesita ser limpia. Dios no te va a perseguir como un fantasma por pecados pasados, pero sí tu mala conciencia; Dios te ofrece limpieza total si te acercas a Él, tómate un café con Dios y busca su limpieza.
¿Hay cosas que no están arregladas en tu vida?
¿Sientes que Dios no te ha perdonado algo?
Pide a Dios que limpie tu mente del pasado que te asedia.