Debemos reconocerlo; todos pecamos, como dice el libro de Santiago, muchas veces insultado u ofendiendo a otros con nuestra boca. Por más que lo neguemos en lo más profundo de nuestro corazón sabemos que también hemos hablado mal de otros. Creo que es sano reconocerlo y es el inicio al cambio que necesitamos hacer.
Personalmente creo que hay a dos personas que jamás vamos a engañar: a Dios y a nosotros mismos. Puede que nos confundamos, puede que tratemos de disimularlo, puede que seamos buenos ocultando lo que sentimos; pero en definitiva, si lo reconocemos, nosotros también hemos hablado mal de otros. Pero hay una manera de curar eso; la queja se combate con la gratitud, pensar en las cosas buenas que tiene el otro o lo bueno que ha hecho por nosotros, nos puede ayudar a reflejar el amor de Dios y dejar a un lado la manía de hablar mal de los demás. Tómate un café con Dios hoy y deja esa fea práctica.
¿Tienes la costumbre de criticar y hablar mal de otros?, ¿Necesitas ayuda para dejar esto?. Búscala urgentemente