La primera epístola universal de San Juan, apóstol,  escrita hace ya más de dos mil años durante el final del primer siglo de la era cristiana, advierte sobre la presencia de cierta influencia a oponerse a las verdades de Dios pero de un manera subliminal, oculta, y enmascarada. Llama a esta tendencia el “espíritu del anticristo”. La palabra “anticristo” tiene un significado compuesto. Significa por un lado “enemigo de Cristo” y por el otro “parecido a Cristo.” No sé si te das cuenta de que esto representa un doble peligro. Yo puedo temerle a un enemigo y hasta evaluar su capacidad de dañarme y prepararme para el ataque o defenderme, pero cuando ese enemigo está disfrazado de amigo la cosa se pone peor. Peor porque no puedo identificar el ataque, peor porque no puedo prevenir el daño y porque puedo estar en sus manos sin darme cuenta.

Sí, “durmiendo con mi enemigo”. Esto es ya una realidad alarmante ante nuestros propios ojos, o  por lo menos ante los ojos de los que tenemos cierto discernimiento por la cercanía con la Palabra de Verdad. Pero muchos hoy son engañados. Gobiernos a nivel mundial se esfuerzan por controlar los medios masivos de comunicación como la prensa, la T.V.  y los programas de radio. A través de esos espacios de comunicación obligan a las entidades difusoras de todo credo a divulgar sus mensajes. Mensajes que con una fachada de valores humanistas niegan ocultamente la existencia de Dios y recomienda a los ciudadanos a encontrar la solución para sus problemas existenciales dentro de cada uno. Esta verdad es aceptada por muchos pero totalmente divorciada del consejo de Dios, Quien dice de diferentes maneras en Su Palabra que el único Camino está en Cristo. Aquel que descendió del cielo para traernos la solución. Como lo ves es una mentira disfrazaba de verdad, impuesta desde nuestros propios micrófonos, canales y, próximamente púlpitos de iglesias. (Y esto recién comienza)…

Pensamiento del día:

Sobrevivirán los cristianos mediocres. Los otros paulatinamente desaparecerán de escena al enfrentarse cara a cara con el enemigo.