“Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. ¡También esto es absurdo!” Eclesiastés 5:10

Una de las historias más simpáticas que encontramos en las páginas del Antiguo Testamento es la de Rut y Noemí. Rut, la nuera, protagonista principal del libro que lleva su nombre y Noemí, su suegra. Está mujer, Noemí, había dejado su tierra de Belén para dirigirse a los campos de Moab en busca de una mejor vida junto a su esposo y a sus dos hijos varones. Pero la muerte golpea a su puerta.

Primero muere su esposo y luego sus dos hijos, quedando sola con sus dos nueras. Decide regresar a su tierra natal, porque se había enterado que, nuevamente, la economía en Belén estaba mejor.

Mientras camina por las calles de Belén sus antiguas vecinas y amigas miran asombradas por las ventanas de su casa y la ven regresar triste, sola, abatida y en amargura. Ella misma exclama en el capítulo 1:20-21, “Vivo en amargura de alma, porque me fui con las manos llenas y ahora regreso con las manos vacías.” Pero, ¿cómo Noemí?… ¿No es que te habías ido a Moab por la crisis económica en Belén?… ¿Cómo dices ahora que te fuiste con las manos llenas?…

La óptica de ella había cambiado ahora. Obvio, después de mucho sufrimiento y de muchos años. Ella había comprendido que todo lo que había necesitado lo había tenido en Belén, en la casa de su Dios, en el pueblo de Jehová, con su esposo y sus hijos. Pero nunca se dio cuenta. Debería haberse aferrado a las promesas de Dios y no buscar en vecinos paganos cosas que no satisfacían su alma. Sí, ayer estaba sin plata, pero con familia.

Hoy volvía sin familia y con plata. Pero… ¿de qué le servía, si vivía en amargura?…

Te pregunto: ¿Consideras como riquezas aquellas cosas de la vida que realmente valen? Me estoy refiriendo a tu familia, tus hijos, tus amigos, una iglesia sana, ser amigo de Dios, esa Biblia que tienes empolvada… ¿O sólo corres tras ofertas pasajeras de un mundo engañoso que te quiere vender como prioridad cosas que se deshacen con el tiempo? ¡Ojo! “Donde está tu tesoro está también tu corazón”.

Aprende a poner la mira en las cosas de arriba.

Pensamiento del día:

Tenemos nuestras manos tan cargadas de cosas que ya no podemos levantarlas hacia el cielo.