“Actuad como personas libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.” 1ª Pedro 2:16

Tal vez habrás oído la frase popular: “el hombre propone y Dios dispone”. Y esto es absolutamente cierto. Ahora bien, si consideramos el hecho en el sentido opuesto también es cierto. Porque es verdad que Dios propone y muchas veces el hombre es quien dispone. La Biblia presenta desde el Génesis a un Dios que regala el Edén al ser humano, su criatura. Así Dios le propone y lo invita a una vida de obediencia, al mismo tiempo que le advierte las consecuencias por desestimar la propuesta.
El resto de la historia ya es de público conocimiento. Es lo que algunos autores cristianos describen como “libre albedrío” o la libertad que Dios le otorgó desde siempre al ser humano para escoger su respuesta a la propuesta divina. Estos dos extremos del mismo ovillo han traído y siguen trayendo dolores de cabeza a teólogos que intentan comprender verdades que Dios ha dejado ocultas para ser reveladas en el cielo.

Pero nuestro punto de hoy es que también Dios propone y el hombre dispone. La pregunta va dirigida a ti: ¿estás dando cabida a las propuestas que Dios te plantea en su Palabra? ¿Tu vida está caracterizada por la obediencia incondicional o vives una constante discusión con tu Creador, abusando de tu derecho a decidir?… Porque de esta verdad depende el disfrute de tu vida toda.

Debes saber que Dios nos hizo libres para decidir, sí, pero no nos hizo libres para decidir las consecuencias de esas elecciones. ¿Lo puedes entender? Es la ley de la cosecha: Todo lo que el hombre sembrare, eso mismo segará. Puedes escoger tú mismo lo que quieras hacer con tu vida, es verdad. Pero las consecuencias te llegarán tarde o temprano y no podrás elegir evadirlas. Para bien o para mal. ¡Alerta!

Pensamiento: Eres libre para elegir tus actos, pero no para elegir las consecuencias de los mismos.