Pensaba que, muchas veces, nuestra intervención en el escenario de la vida se compara con un andamio en las construcciones de grandes edificios. Esas obras acabadas, cada vez más altas, cada vez más modernas, cada vez construidas en menor tiempo, deslumbran a los habitantes de la ciudad viendo cómo el nivel de ésta se eleva cada vez más. Todos aplauden al arquitecto, todos aplauden al diseñador y a la empresa constructora, pero nadie aplaude al andamio, herramienta indispensable para llevar a buen término esa clase de construcciones. Algunos de madera, otros son de estructura metálica. Están mayormente sucios, viles, arrojados de un lado al otro, golpeados y maltratados; pero aun así indispensables para la construcción de cualquier edificio. No se han logrado reemplazar ni con tecnología ni con grandes grúas o elevadores. El mismo andamio que se usó hace miles de años atrás en la construcción, por ejemplo, de las pirámides de Egipto, se sigue usando hoy por ser imprescindible.

Quizás tu participación en el escenario de la vida pase inadvertida. Mayormente te sientes golpeado y maltratado, ignorado y sin aplausos. El trabajo anónimo de una madre, el sacrificio diario de un padre proveedor, la abnegación y los desvelos de un joven universitario preparándose para la vida, el servicio de amor de un pastor por sus fieles… Personajes anónimos y sin aplausos que son parte de la Gran Obra del Arquitecto Eterno en su Iglesia. Quizás hoy te sientas echado a un lado, maltratado, ves que otros solamente te usan para escalar posiciones y pisan sobre ti. Debes saber que sin tu aporte Dios no podría completar su plan, y debes saber que, cuando la obra esté culminada, recibirás recompensa al igual que los demás. Para Él trabajamos, a Él servimos, de Él viene la motivación y las fuerzas para continuar. Debemos dejar a nuestros hijos y los que vengan detrás una herencia de servicio desinteresado, servicio por amor. Aún hoy se puede ser diferente, alzar la vista, mirar a aquel que por un premio mayor que estaba puesto delante y le traía gozo, tuvo por menos las burlas ajenas, soportó y sufrió aún hasta la cruz, y hoy está sentado a la diestra de la majestad en las alturas, animándote y animándonos a transitar por el mismo camino.

Pensamiento del día: Si te comparas con otros te deprimirás y quizá saldrás derrotado. Si quieres continuar con tus propias fuerzas te cansarás y desanimarás.