Había un hijo que comenzó a sufrir pobreza. Pero podía acudir a su padre cada día por alimento.

Cierto día le pidió a su padre si no podría darle provisión para una semana de una vez. Esto sería mucho más fácil y no tendría que venir cada día. Pero su padre le dijo: “No: me gusta verte cada día”. Mucho más Dios, el Padre, gusta de ver a su hijo acudiendo a diario ante el trono de la gracia.

El pueblo del Señor no recibe un depósito de provisiones. Es lo mismo que en el caso de la viuda de Sarepta: cuando Elías le dijo que Dios la mantendría viva, no le fueron enviadas provisiones de bolsas de harina y jarras de aceite.

Cada día tenía que vivir de un puñado de harina y un poco de aceite. Eran tan pobres en Sarepta como antes. Pero su pobreza fue vuelta en riqueza.

Eran pobres, pero ricos; sin tener nada, mas poseyéndolo todo. ¿Dónde se aprende esto? en secreto, en el aposento.
La pobreza a menudo estimula dependencia de Dios, mientras que las riquezas tienden a alimentar un espíritu independiente.

Si la Iglesia de Dios dedicase más tiempo en lugares secretos, ¡cuánta más ternura, humildad, amor, instrucción, fuerza y luz se experimentarían! ¡Cuánto más poder irradiaría de la Iglesia! Cuando Moisés había estado con el Señor, su rostro resplandecía debido a la gloria de Dios.

Moisés fue favorecido con una gracia especial. Pero cuando aún el menor de los hijos de Dios ha estado con Él, otros se darán cuenta de ello.

¡Qué felices estos tiempos de soledad, de estar a solas con Dios! Allí se recibe algo que el mundo no puede dar. Un hombre dijo en su lecho de muerte que no iría a encontrarse con un Dios extraño, desconocido.

¿Dónde había conocido a Dios? Había aprendido a conocer a este Dios en secreto. La oración es el poder de la vida.

Pensamiento del día:

¿Qué es una iglesia sin oración? No más que un ejército sin armas.