Hacer un certificado de autenticidad para probar la originalidad de una obra de arte no es requisito obligatorio para su venta, pero es una formalidad en la industria del coleccionismo con beneficios tanto para quien vende la obra como para quien la compra.

No existe un formato único, sino que tanto un documento, un sello o una pegatina pueden dar fe de credibilidad y originalidad. Los datos del creador, la fecha de creación y la descripción de la obra son requisitos indispensables a la hora de establecer la “marca registrada”.

Este protocolo no solo se sigue en las obras de arte, sino que toda creación original se autentica como modo de dar seguridad y establecer la pertenencia y los derechos propios de quien lo crea.

Salvando toda diferencia, la vida de Jesús, también tuvo su sello, su certificado y su derecho de autenticidad. Todo el Antiguo Testamento, tan leído siglos tras siglos, anunció la llegada del Hijo de Dios. Debido a que creer no resulta tan sencillo para el ser humano, Dios se encargó de dar credibilidad al nacimiento de Jesús, a su muerte y a su resurrección. ¿Cómo? No fue principalmente por Sus enseñanzas.

Él enseñaba muchas cosas maravillosas, incluyendo el Sermón del Monte. Pero Sus enseñanzas por sí solas no demostraron que era el Hijo de Dios. Tampoco Sus milagros, ni siquiera el haber levantado tres personas de entre los muertos.

La mayor señal que declaró que Jesús es el Hijo de Dios fue la resurrección de Su propio cuerpo. Jesús mismo dijo que Su resurrección sería la señal que daría para una generación perversa e incrédula. Su nacimiento fue original, su muerte fue divina y su resurrección poderosa. ¿Aún no puedes creer?

Pensamiento del día:

Su nacimiento declara su humanidad, pero su muerte y ascensión, son el registro de que Jesús es el HIJO DE DIOS.