Cambia lo superficial. Cambia también lo profundo. Cambia el modo de pensar. Cambia todo en este mundo…Cambia, todo cambia…” breve extracto de una canción latinoamericana muy famosa de la canta autora Mercedes Sosa.

Y así es, nada permanece para siempre en este mundo. Cambian las estaciones del año. Cambian las personas. Cambian nuestros vínculos.

Cambian nuestras situaciones económicas y nuestros entornos laborales. Los hijos cambian, los amigos cambian y los poderes políticos no dejan de cambiar año tras año, ciclo tras ciclo. Respondemos a estos cambios con mayor o menor adaptación, pero siempre teniendo conciencia de lo vulnerables que estamos frente a la realidad de la vida.

Lo que al comenzar este año era de cierta manera, quizá doce meses después, al terminarlo, ha cambiado. Cosas que estaban ya no están, o las que no teníamos las alcanzamos.

Planes frustrados o metas logradas. Saltos hacia nuevos logros o caídas abruptas que no esperamos tener. Pero en medio de este mundo en movimiento, Dios dice de sí mismo que “Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación” y más allá de nuestros cambios y de nuestras infidelidades … “Él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo”.

Ni siquiera nuestras fallas cambian su esencia. Ni nuestras rebeldías tuercen su misericordia y su amor porque ÉL FUE, ES Y SEGUIRÁ SIENDO eternamente fiel ya que esa es su esencia.

No puede negarse a sí mismo. Esta seguridad nos motiva a ser inteligentes y espirituales para elegir en dónde o mejor dicho en QUIÉN depositar toda nuestra confianza.

Transcurrimos todo un año variando opciones en las cuales confiar; pero Dios te invita a que antes que todas las otras cosas posibles, sitúes absolutamente tu confianza en el Dios eterno por los siglos de los siglos y en Quien no hay ni siquiera una sombra de variación.

En Él está nuestra seguridad y nuestra firmeza. Todo puede pasar, pero Él no pasa. Es fiel y te invita a depositar el cheque de tu vida en el banco de Su Cielo.

Pensamiento del día:

Estos cielos y esta tierra pasarán; pero ni Dios ni Su Palabra tienen fecha de vencimiento.