Al libro de Apocalipsis ha sido disparador de varias predicciones en el mundo científico, pero también en la ficción. Películas y libros que anticipan los sucesos extraordinarios que la profecía describe. Hoy nos detendremos en estas pocas palabras que el Espíritu le declara a una iglesia, la de Filadelfia. Esta ciudad cristiana era el último baluarte del cristianismo asiático hasta mediados del siglo XIV, fecha en la que todas las demás iglesias habían desaparecido, salvo ésta, la única que por aquel entonces seguía enarbolando la bandera de la fe cristiana. Se describe, como una iglesia misionera, generosa y que había demostrado paciencia y fe en la Palabra de Dios. Sin embargo, se le dice que retengan lo que tenían para que ninguno tomase su corona.

Si bien, no es la intención de esta reflexión hacer un estudio profundo de las profecías apocalípticas, podemos sacar enseñanza de este texto. En el momento de creer en Jesús comenzamos una relación espiritual que nos enfoca hacia una vida que le agrade y que le sirva por amor. Sus promesas, sus dones y Su Poder se hacen reales en nuestra experiencia de vida. Todo nuestro servicio a Dios y al prójimo es una corona. Todo lo que hacemos en esta tierra en respuesta a Su llamado es un tesoro eterno que no se corrompe porque trasciende lo material. Si vivimos una vida de dependencia y de obediencia a ese llamado constante, nada arrebatará esas posibilidades de servicio. No significa que debemos esforzarnos para retener nuestra salvación. Nuestra salvación está segura Por Él y por su Gracia y no depende de nuestros esfuerzos. Pero en el camino de la fe, es posible perder el sentido de servicio y de pertenencia y corrernos del propósito para el que Jesús nos ha salvado. Servir a nuestros hermanos, hacer el bien y adorar su Nombre, ponen coronas en nuestras manos que no son para nosotros sino para entregar al verdadero y Único Rey, el Rey de Reyes y Señor de Señores

Tu gran oportunidad de servicio es aquí y ahora, no la desperdicies