La existencia del cristianismo y del cristiano empieza en una cruz. Un acto sangriento en la historia humana pero a la vez un acto de amor y de espíritu altruista. Un acto soberano de un Dios soberano, pero a la vez un plan eterno diseñado desde antes de que se fundase nuestro mundo. En ese plan sabio encontramos escondido un misterio asombroso, que Dios haya querido quebrantar a su propio Hijo sujetándolo al padecimiento extremo para formar, como consecuencia de ese quebrantamiento, dolor, y hasta la muerte, la vida, la solución para los problemas del hombre y la mujer, la felicidad de la familia, la sanidad de las relaciones interpersonales, la paz. Es increíble. Parecería que para construir su Reino Dios usa cosas rotas. Alguien dijo: “Dios es especialista en vitrales”. ¡Y es verdad! Partiendo desde la cruz y de su protagonista: Jesús, la historia cristiana ha sido testigo de vidas expuestas al sufrimiento, experiencias de frustración, traición y desesperanza que han llegado a ser útiles en las manos de Dios y, entregadas a su amor han alcanzado los umbrales de la realización y propósito en sus vidas. A Dios no le asustan tus heridas (el tema es que tú te avergüences de ellas). A Dios no le preocupan tus fracasos (el tema es que tú no te creas un fracasado). A Dios no le quita el sueño tus pecados (el tema es que tú creas la mentira del diablo de que ya no hay más solución para ellos). De alguna manera, esas experiencias traumáticas son el ingrediente ideal para llegar al punto del reconocimiento de nuestra inutilidad y dejarlo a Él obrar. De otra manera nos anestesiamos en nuestros propios logros personales, en nuestro egoísmo y nuestra capacidad y  nunca buscamos su fortaleza. Allí comienza el verdadero fracaso de todo hombre y toda mujer, no en el error, sino en no reconocerlos, no en la caída sino en no querer levantarse, no en la debilidad sino en no querer fortalecerse. Cuando caemos rendidos a sus pies nos encontramos con Aquel que también padeció a nuestra semejanza aunque nunca pecó y sentimos su comprensión y su ánimo para volver a empezar. Alza tus ojos, Dios siempre está dispuesto para otra oportunidad en tu vida.

Pensamiento del día: Parecería que a Dios le gusta usar cosas rotas para construir su Reino.