El líder palestino y cabeza de la O.L.P. (Organización para la Liberación Palestina) Yasser Arafat, dijo en su discurso ante la O.N.U. en 1974 con motivo del nombramiento de su nuevo Presidente: “Anuncio aquí que no deseamos ni una gota de sangre árabe o judía para ser derramada; tampoco nos deleitamos en la continuación de la matanza, que se terminaría una vez que alcancemos una paz justa, basada en los derechos de nuestro pueblo, esperanzas y aspiraciones finalmente establecidas.

Apelo a usted para que acompañe a nuestro pueblo en su lucha por alcanzar su derecho a la autodeterminación. Sólo entonces podremos verter todos nuestros recursos a favor de la civilización humana.

Sólo entonces podrá la creatividad Palestina ser concentrada en el servicio a la humanidad. Sólo entonces nuestra Jerusalén podrá reanudar su papel histórico como un santuario de paz para todas las religiones. Apelo a usted para que nuestro pueblo pueda establecer una soberanía nacional independiente en su propia tierra.

Hoy he venido portando una rama de olivo en una mano y el arma de un luchador por la libertad en la otra. No dejen que caiga de mi mano la rama de olivo. Repito: no dejen que caiga de mi mano la rama de olivo.”

Lamentablemente esa rama de olivo cayó y sigue cayendo. Mientras escribo estas sencillas notas, el cielo de aquella tranquila aldea de Belén, otrora iluminada por su estrella, la Estrella de Jacob, hoy es iluminada por miles de misiles lanzados cada día desde Gaza y Jerusalén que surcan las noches.

Aquella Palestina de los tiempos bíblicos que se arrumaba en los cantos de sus niños hoy deja oír un concierto de lamentos de madres con sus hijos muertos en sus brazos y de hijos con el cuerpo inerte de sus madres tendidas en el suelo. ¿Dónde quedó aquel coro de ángeles que anunciaban: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz”? Nuestros gobernantes firman tratados de paz con sus manos y los borran con sus codos.

Es que es imposible vivir en paz entre las criaturas cuando no vivimos en paz con el Creador. ¿Cuándo lo comprenderemos?

Pensamiento del día:

El conflicto más antiguo de la historia no es entre árabes y judíos, sino entre el hombre y Dios.