Desde el momento en el que nace, un niño tiene derecho a su identidad.

Por eso el primer paso que los padres realizan al nacer su bebé, es inscribirlos con un nombre y un apellido de filiación en un registro Universal de personas.

Desde ese registro, es posible contar con los atributos, datos biológicos y culturales que permiten su individualización como sujeto en la sociedad y a no ser privados de los mismos. Es por tal motivo que tener un nombre propio es algo tan fundamental y significativo en la historia de cualquier persona.

Las familias piensan y eligen este nombre con dedicación, entre una lista de muchos posibles, hasta que hay UNO y solo UNO que al final queda. Ese será el que acompañará la trayectoria desde la vida hasta la muerte. Los antiguos ejercían esta práctica con mucha responsabilidad.

Los nombres estaban asociados a algún episodio importante. Así por ejemplo los hijos de los patriarcas en el Antiguo Testamento variaban desde significados tales como ¨Lucha¨, ¨fortuna¨ ¨Dios me ha oído¨ ¨Feliz¨ hasta otros como ¨Juicio¨ por ejemplo ¿Interesante no es verdad?

En el evangelio de Juan, aparece una tierna imagen del Señor enseñando a sus discípulos la importancia que ellos tenían para Dios el Padre. Les refiere la metáfora del pastor y sus ovejas.

Él, quien es el pastor “conoce a sus ovejas” (que somos nosotros) por SU NOMBRE”. ¡Nada más parecido a la protección, el cuidado y el interés de este Padre hacia sus hijos! Nos conoce, nos identifica, no nos confunde con ningún otro porque somos únicos para Él.

Muchos personajes de la Biblia, refieren a que en los encuentros con Dios, sus nombres eran cambiados por otros con nuevos significados.

Saulo de Tarso, fue Pablo y Simón fue llamado Pedro, entre otros ejemplos. Cuando nuestras vidas tienen un encuentro espiritual con Jesús, nuestra identidad cambia.

Él transforma lo que somos en lo humano, para darnos de su naturaleza divina y cumplir así sus propósitos. Por eso, que cada encuentro con Jesús sea para afirmar tu identidad en Él. A ti y a mi…Nos conoce por el nombre.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

Que nuestra identidad sea más allá de un nombre…sea una identidad de vida