Muchas personas padecen la vida. No todos tienen la capacidad emocional de sobrellevarla con ánimo, entusiasmo y optimismo.

Quizá tú que estás leyendo esta Pausa eres uno de ellos. Desánimo, mal humor, falta de interés, tristeza, sentimientos de culpa, trastornos de sueño y de alimentación entre tantas otras cosas son evidencias de que algo no anda bien en nuestro corazón y pensamientos.

La depresión, la aguda tristeza y la falta de sentido es como una sombra que poco a poco invade todo el espacio de nuestra experiencia. Comienza en algún momento y se construye hasta tornarse en nuestra identidad. Vivimos contextos sociales que alimentan dichos sentimientos.

Individualismo, competitividad, falta de tiempo libre. Exigencias, problemas económicos son factores externos que, si bien no son las únicas causas, ayudan a que crezcan.

Pero si solamente nos quedamos en el plano de lo social limitamos demasiado el planteo. El ser humano también es alma y espíritu. Muchos grandes personajes de la Biblia y de la historia atravesaron valles oscuros de desánimo y tristeza.

No es fácil superar estados depresivos y por supuestos es señal de que necesitamos ayuda, pero más allá de ello, Dios puede devolver el sentido perdido en tu corazón. Dice Jesús:” El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

Es Dios mismo el dador de la vida aun cuando en nuestros corazones nos percibamos como muertos. Este dar vida de Dios no es una extensión directa de la vida natural, sino que se trata de una “nueva vida”. No es una mejora o un plus extra, sino una nueva creación a través de Su Espíritu Santo operando en nosotros.

El Espíritu también trae fe. Cuando todas tus confianzas mueren, la vida de Dios trae nueva fe y por ende nuevas esperanzas y así se abre la vida a un nuevo entendimiento de tu realidad. A veces esos puntos de muerte vividos en la depresión son los puntos de partida para la Obra poderosa del Espíritu Santo. Dale lugar a Jesús y Él se encargará de hacer realidad su promesa.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

La vida de Dios no es una mejora sino una “Nueva vida”