De las cinco religiones del mundo aparte del cristianismo, el islam es la que más intriga a occidente.

Su construcción ideológica, su fe, sus creencias y prácticas son algo inalcanzables de comprender desde una mentalidad occidental.

Todos los 11 de septiembre, el recuerdo de la tragedia de las torres gemelas nos despierta una y otra vez una nube de preguntas que no podemos responder satisfactoriamente.

Dice el islam que Mahoma estableció cinco pilares para todo aquel que profesa seguirlo: primero la “Confesión o Shahada” por la que deben confesar que no existe dios más que Ala y que Mahoma es su mensajero. Segundo, “Oración” deben participar de cinco rituales de oración siguiendo los ceremoniales que corresponden a cada uno.

Tercero “Dar limosna”, dar el dos y medio por ciento de los recursos disponibles. Cuarto “El ayuno” en el noveno mes del año llamado Ramadán treinta días se ayuna y, por último, la participación en el “Hajj” una peregrinación a La Meca, lugar del supuesto nacimiento de Mahoma.

Todo un sistema para agradar a Dios en el que nadie puede tener la plena seguridad de lograrlo. En realidad, es arrogancia afirmar que se es salvo en el islam ya que eso sólo corresponde al designio de Ala. Por tal motivo, los grandes sacrificios hechos en nombre de esto, como provocar un atentado terrorista, “Acercan la balanza” hacia la aceptación.

Es inaceptable para el cristianismo, pero totalmente lógico en la ideología musulmana. Que tristeza vivir toda la vida para “¡Agradarle” a alguien casi al punto de cometer homicidios en masa, sin saber ni siquiera si esto ha sido o no suficiente para salvarse! Sin embargo, Dios se ha encargado de dejarnos seguridad, paz y esperanza en Su salvación.

No necesitamos inclinar su balanza hacia nosotros porque ya lo hizo desde la eternidad a nuestro favor. Por tal motivo Él mismo en forma humana vino a este mundo, vivió como nosotros y llevó nuestras culpas en la cruz. Solo la Fe en Su Obra completa y redentora cambia nuestras vidas y nos une a Dios como Padre en una relación de perdón perfecta y completa.

Todas las ideologías que justifican el asesinato, acaban convirtiendo el asesinato en ideología. (Isaac Rabin)