Las tortugas marinas son especies tan antiguas como el universo. Una tortuga madre arroja a un lado la arena blanda, comienza a trabajar en una cavidad usando sus aletas traseras como herramientas. Una vez completado, comienza el delicado negocio de poner sus huevos, depositando tandas de dos o tres con cuidado dentro de la cavidad. Pone 110 huevos en una noche y luego usa sus aletas para cubrirlos con arena, realiza una cubierta dura sobre ellos para ocultarlos de los depredadores potenciales. Una vez terminado, realiza su lento descenso hacia el mar para descansar. Por cincuenta y nueve días sus pequeños huevos descansan tranquilamente en su nido, hasta que se liberan e inmediatamente sus brújulas internas (por ser foto tácticas) las orientan a correr desesperadamente hacia el mar, amenazadas mientras tanto, por numerosos depredadores que, al asecho, buscan comida fácil. Solo algunas llegarán con vida al océano. Es una admirable lucha por la supervivencia. Para estas tortugas la carrera contra los depredadores dura desde el nido hasta las primeras olas del mar. Una vez allí, estarán a salvo por lo menos por esta vez.

En nuestra vida, la lucha por la supervivencia también se convierte todos los días en una carrera desesperada contra aquellas cosas que amenazan contra nosotros. Por un lado, es sabido que físicamente estamos expuestos a miles de peligros; pero las amenazas más difíciles de detectar son las que apuntan a nuestra alma y a nuestro espíritu sin que podamos visualizarlas objetivamente. El mayor enemigo es Satanás. Desde el principio atacó al ser humano para apartarlo del plan perfecto de Dios. Deterioró su imagen y su disposición a la obediencia. Un segundo enemigo somos nosotros mismos: Nuestras debilidades, nuestros deseos y pasiones desenfocadas de la Verdad e impulsadas hacia lo malo. Por último, aquellas cosas que el sistema mundial nos ofrece, las cuales no tienen en cuenta la eternidad, ni los preceptos de Dios para la vida. Por eso, no seamos ingenuos en nuestra carrera por la vida. Busquemos la brújula de Jesús, quien por Su amor hacia nosotros, siempre nos guiará hacia lo seguro.

PENSAMIENTO DEL DÍA:

En nuestra vida, la lucha por la supervivencia también se convierte todos los días en una carrera desesperada.