Una Cueva puede ser un ideal lugar lugar para refugiarse como así también una buena excusa donde esconderse.

Por supuesto que la mayoría de nosotros no convivimos cerca de cuevas sino en ciudades donde los edificios y casas apenas nos permiten ver las montañas desde lejos. Sin embargo, existen otras cuevas a donde recurrimos cuando los pensamientos fatalistas o la desilusión nos invaden.

Hubo un hombre llamado Elias, quien era muy fuerte y eficaz en su misión como profeta en los antiguos tiempos Bíblicos. Un día decide esconderse en una cueva.

Una malvada mujer llamada Jezabel, una princesa pagana, había puesto precio a su cabeza y lo buscaban a Elias para matarlo. Toda su fe, se ve reducida a la oscuridad de una cueva fría, solitaria y oscura en la que solamente le esperaba morir.

Allí, en esa circunstancia Dios se le presenta y le Dice: “¿Qué haces aquí Elias? Sal fuera y ponte de pie” Elias lo hace y se encuentra con la persona misma de Dios quien se le revela en un silbo apacible y delicado para mostrarle su presencia.

Así, el debilitado profeta se fortalece otra vez y vuelve por su camino para cumplir la misión que tenía de nombrar un rey para la región de Siria.

¿Sabes que hacen el miedo, el desánimo y el fatalismo en nuestras vidas? Nos desubican. Nos esconden y aíslan en la queja y la depresión para abandonar la vitalidad, el entusiasmo y la energía que tenemos que ponerle al desafío de atravesar dificultades.

Al igual que la princesa Jezabel, otras personas o circunstancias pueden ponerle “Precio a nuestras cabezas”. Podemos estar amenazados por crisis, fracasos o falta de fe.

El método de Dios no es que nos quedemos escondidos y llorando la pena, sino que nos pongamos de pie y salgamos fuera de ese centro que nos hunde hacia abajo.

La fortaleza viene de Dios otra vez y nos ubica para que sigamos nuestra misión en esta vida. ¿Estas desalentado? ¿Sigues escondido en tus solitarias cuevas?

PENSAMIENTO DEL DÍA:

¡No te quedes ahí! Hay mucho por hacer todavía. Vuelve a empezar.
Recuerda que el momento que da más miedo es justo antes de empezar