Vivimos en un momento histórico, donde “Estar en grupo” parece ser posible más allá de las barreras de distancia y diversidad de fronteras.

Puedes vivir en la Argentina, pero participar en un grupo de amigos con gente de Ecuador, Colombia o Venezuela sin ninguna dificultad gracias a los servicios de las redes sociales.

Seguramente tú participas en más de uno de esos grupos en los cuales intercambias conversaciones, fotos y videos. Sin embargo resulta tan sencillo de manera virtual y tan complejo de manera presencial. ¿No es así? Una ilustración cuenta que una vez, un miembro que pertenecía a un grupo eclesiástico en el que participaba hacía mucho tiempo, dejó de asistir a los encuentros.

Sin previo aviso, simplemente dejó de ir. Pasaron los días hasta que uno de los líderes decidió hacerle una visita. Encontró a aquel hombre en su casa solo, sentado frente a una chimenea donde ardía un fuego brillante y acogedor. Adivinando la razón de la visita, el hombre dio la bienvenida y ambos se sentaron junto al fuego.

Sin mediar palabra, contemplaron por largo tiempo esas leñas ardiendo. Luego, el visitante tomó una brasa muy incandescente con la pinza y la apartó al lado del brasero. Poco a poco la brasa solitaria se fue apagando y dejó de brillar hasta que se apagó totalmente.

Antes de retirarse de la casa, el visitante tomó nuevamente la brasa y la puso en medio del fuego. De inmediato volvió a arder, alimentada por la luz y el calor de las del resto de la llama. Por supuesto, no hubo que agregar palabras a esa visita. La lección había sido muy clara.

¿Por qué se desarman las familias, los amigos, los hermanos? Porque uno de ellos busca salvarse solo. Se aísla ante alguna frustración o el mal entendido, e invadido por el enojo, deja de “Arder” con los demás. Todos somos responsables de mantener la unidad, los acuerdos y la resolución de los conflictos.

No es fácil convivir, pero Dios celebra la unidad y nos ha dejado Su Espíritu para que nos capacite y nos permita estar presentes con los otros de manera auténtica, pero también aprendiendo a ceder y a acordar.

Pensamiento del día:

Los cinco dedos separados son cinco unidades independientes. Ciérralos y el puño multiplica la fuerza.