Permíteme hacer una paráfrasis de los versículos dos al cinco, del capítulo cinco de la carta que Pablo, apóstol, escribiera a los romanos:

“Por la reconciliación que Dios nos dio en Cristo, podemos alegrarnos al pensar en la gloria futura que compartiremos con Él, y aún podemos alegrarnos en esta vida aunque suframos, porque estos sufrimientos nos enseñan a ser pacientes.

Con esa paciencia, nuestro carácter madura, y al ser más maduros, podemos esperar aquella gloria con más fe. ¡Y se va a cumplir! Podemos sentir que Dios nos ama. Su Espíritu Santo lo confirma en nuestros corazones”. Desde el momento que Dios nos salió al encuentro, cambió el rumbo de nuestras vidas y nos puso en carrera. Así entramos en un proceso de aprendizaje que culminará allá, en el cielo. La principal virtud que Él desea formar en nuestro carácter es la paciencia, y la única manera de desarrollar tu paciencia es bajo presión. La etimología misma de la palabra implica estar bajo presión.

Al ser la paciencia un don sobrenatural a nuestro agitado estilo de vida post moderno, se necesita intervención del Dios sobrenatural que te involucra en ese proceso de prueba al que nos referimos.

Esta paciencia de los santos debe ser reflejo de la paciencia del mismo Dios, que es llamado «el Dios de la paciencia», (Romanos 15:5) quien ciertamente la ha mostrado hacia un mundo lleno de pecado, con vistas a la cruz de Cristo: «habiendo pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados». (Romanos 3:25).

También en el mundo antiguo Dios reveló su paciencia dejando un largo espacio de tiempo para el arrepentimiento a los contemporáneos de Noé (1° Pedro 3:20), y se insiste en que «la paciencia de Dios es para salvación». (2° Pedro 3:15) Por cuanto el creyente tiene que manifestar el espíritu de Cristo, es llamado a ejercitar «la paciencia de Cristo, (2° Tesalonicenses. 3:5) y ello «hasta la venida del Señor». (Santiago. 5:7)

Así que, de ahora en adelante, comprende cada prueba de tu vida y cada persona insoportable, como herramienta divina para moldear en ti un carácter paciente. Así estarás capacitado para esperar las glorias futuras y sobrellevar con estoicismo las tribulaciones presentes. ¡Él viene pronto!

Pensamiento del día:

Si le pides a Dios más paciencia, entonces prepárate para lo que se te viene.