Supongamos que, así como existe el día de la madre, el de San Valentín o el de la Navidad, también existiera el día de la ¨Felicidad¨.

Saldríamos a la calle a festejar, a reírnos o a celebrar, para luego volver a la realidad y a la rutina del día siguiente y seguir alternando entre tristezas y alegrías.

El significado de la felicidad implica considerar al ser humano total. El cerebro recibe estímulos placenteros y genera dopamina, un neurotransmisor fundamental para la sensación de felicidad.

Cuando estos estímulos no llegan tan a menudo, se produce un déficit de dopamina y por ende disminuye también la sensación de felicidad. Más allá de lo que pasa en el cerebro, también las circunstancias de la vida, aquello que nos pasa, genera bienestar o no.

Cuando podemos alcanzar nuestras metas y proyectos nos sentimos felices, de lo contrario la frustración nos enoja y entristece. Pero lo más interesante es la influencia de lo social.

Una investigación que llevó varias décadas de estudio, concluye que las relaciones positivas y de mayor profundidad e intimidad generaban felicidad más que todas las otras cosas.

Será por todo esto que Jesús antes de morir, oró a su Padre por ¨Los suyos¨; sus palabras fueron: “Te pido que se mantengan unidos entre ellos, y que, así como tú y yo estamos unidos, también ellos se mantengan unidos a nosotros.

Así la gente de este mundo creerá que tú me enviaste”. Él mismo era ejemplo de unidad e intimidad. Todo su tiempo en esta tierra hizo amigos y compañeros. Aquellos expulsados de la sociedad eran recibidos por Su Amor y su Gracia. Su relación con el Padre la describe en esta oración y deseaba que también pudiésemos seguir su ejemplo.

Cuando nos encontramos con Jesús y profundizamos una relación de conocimiento y confianza, podemos sentirnos seguros. La seguridad nos da placer y el placer nos hace personas felices. Hoy en día, muchos se obsesionan por alcanzar la felicidad donde no está. Dios nos invita a relacionarnos con Él y mejorar las relaciones con los otros.

PENSAMIENTO DEL DÍA :

Hagamos de la felicidad una realidad… Con otros, entre otros y desde Dios.