Nuestro planeta tierra, pequeño en su dimensión pero grande en sus conflictos, se halla al borde de la ruina total.

Se ha multiplicado la maldad en todos sus aspectos, se ha “resfriado” el amor y la santidad de vida es tomada en son de burla y menosprecio. Todo está al revés.

A lo malo se le llama bueno y a lo bueno malo. A la luz se le llama tinieblas y a las tinieblas se le llama luz. Cada vez se hace más manifiesto el culto a Satanás reemplazando el culto al verdadero Dios.

Personas, entre ellas intelectuales y sabias, se vuelcan a prácticas de ocultismo y magia, consultando adivinos y pitonisas, así como horóscopos, infectando sus mentes con prácticas diabólicas.

La brujería está a la orden del día y para saber cuál es el destino final, los seres humanos se meten en el terreno de lo oculto.

Parecería que el amor pasó de moda. Lo que hoy se conoce como amor o “hacer el amor”, es pasión sensual y descontrolada, egoísta y enajenada del verdadero concepto de amar incondicionalmente y con sacrificio. Amar hasta que me duela amar.

Este relativismo moral y religioso que nos envuelve e intoxica, ante el cual es que cada vez más difícil permanecer impermeable, es la evidencia que no hemos escuchado el mensaje del cielo. ¿Qué es lo que le sucede a nuestro conflictuado planeta? ¿Qué le ocurre al ser humano?… Es que hemos dejado de oír la voz de Dios, y nos preguntamos… ¿Merece Dios ser escuchado?…

Creemos que sí. “Escucha tú, tierra, porque habla Dios”. Siempre que Dios habla es para bien del ser humano. Debemos atender a este mensaje de Dios.

San Pablo pudo transmitir el siguiente mensaje: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: Que Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.”(1° Timoteo 1:15)

La palabra más hermosa que podamos escuchar de parte de Dios es: “Tierra, Yo te amo.”

Pensamiento del día:

Si cierras tus oídos a Dios, nunca escucharás los sonidos de la vida.