Lo que el corazón humano puede anidar en la intimidad, es incalculable. Desde los más nobles y sublimes sentimientos, hasta las ideas de venganza más crueles y siniestras encuentran modos de responder a las pasiones.

Una escritora argentina llamada Marisa Grinstein, saltó a la fama con un libro llamado “Mujeres asesinas”, el cual relataba 14 biografías de horror, crímenes y castigos, que fueron luego llevados a la pantalla de televisión en forma de serie.

Lo inimaginable se hacía real en dichos casos. Tristes casos de heridas no sanadas, locura y extravíos. Lo aterrador de estas historias, era que la venganza y el odio, en vez de liberar el dolor, eran los cerrojos que dejaban atrapadas a dichas mujeres en condenas mucho peores. Lo mismo sucede, cuando en la vida real nos enteramos de noticias, de crímenes pasionales, o de los que son provocados en peleas callejeras o en algún vecindario.

Comenzamos a transitar, un nuevo año de experiencias. Quizá quedan aún heridas del anterior. Dolores que aún siguen doliendo y rencores que saben a amargo. Tu corazón puede perderse, en el inútil intento de tramar formas de “Pago por lo que te han hecho”, como así también tienes la opción de sanar, liberar y dar un giro a dicha deuda.

No se trata de negar, ni de minimizar los daños por los que puedas haber pasado, sino de transformar tu dolor, en recurso para fortalecerte. Dice el apóstol Pablo en su carta a los Corintios: “Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. ¿Cómo puede entenderse? Es que para Dios nuestras debilidades, son la mayor oportunidad para que Él demuestre Su Poder.

Deja que Su Persona, tome en sus manos tus asuntos pendientes. Descansa en su Justicia. Cumple con tu parte humana de hacer lo que debes hacer; pero deja actuar a Dios en lo que a Él le corresponde. No quedes preso rumiando el odio. Renueva tus fuerzas con la esperanza en un Dios, que defiende tu causa y hace justicia.

Pensamiento del día :

Aquel que quiere venganza, solamente guarda sus heridas abiertas.