Hay momentos en la vida que necesitaríamos alguien que venga a nosotros con milagros. Si fuera posible frotar la lámpara de Aladino para pedir tres deseos, siempre tendríamos una lista de ellos para pedirle.

La realidad nos confronta con la impotencia de reconocernos seres vivientes y seres humanos que no podemos, por más esfuerzo que hagamos, producir nada milagroso ni maravilloso más allá de nuestros límites humanos. Circulan por ahí, versiones filosóficas que prometen que, declarando lo que deseas, el universo te lo concede. Lo cierto es que nada podemos hacer más allá de nuestra condición de seres humanos.

Si hay alguien que confirmó su identidad divina fue Jesús. A través de milagros, señales y maravillas. Milagros como una demostración de Su poder, Señales como una manera de comunicar su propósito para este mundo y Maravillas para provocar la fe y la confianza en que Él era el Hijo de Dios y no un farsante.

Quizá tu presente este necesitando una demostración de lo divino y una manifestación de Dios en algo específico que te confunde o te ha hecho disminuir en fe. O posiblemente tus convicciones estén siendo atacadas. Puede ser quizá que ni siquiera tengas fe y te resulte imposible creer que Jesús puede visitar tu vida y darle significado.

Te invito a revisar sus milagros, sus señales y sus maravillas. Es en esa demostración de poder que encontrarás a Dios mismo a través de la persona de Jesús, su Hijo. Cuenta una historia que un día un anciano viajaba en el tren leyendo un libro de tapa negra, una Biblia.

Ante esto, el joven sentado a su lado lo increpó diciéndole que solamente los hombres sin cultura podían creer en el Dios de esa Biblia. Como su recorrido terminaba en la próxima estación le pidió la tarjeta al anciano con sus datos, para escribirle luego un correo que explicaría lo seguro de su teoría anti- Dios. El anciano muy tranquilo ofreció su tarjeta. Grande fue el asombro del muchacho cuando la vio: Luis Pasteur, profesor, doctor, investigador y director del instituto de investigaciones.

PENSAMIENTO DEL DÍA :

Diariamente la evidencia de Dios está a nuestro lado y no podemos percibirla. Mira las señales.