Es sabido que nuestra vida es un camino a recorrer. Como todo camino, presenta líneas rectas, curvas amplias y peligrosas. Paisajes que nos cautivan y tramos desconocidos.

Pero algo común en tu camino y el mío es que siempre aparecen piedras para esquivar ¿No es así? Llamamos piedras a toda aquella situación, persona, costumbre o decisión que nos lleva a tropezar y hacernos caer en lo que no debemos o en lo que aun siendo bueno, no es lo mejor. Imposible es darnos cuenta la primera vez; pero lo posible es prever que no vuelva a suceder. Sin embargo, en muchas ocasiones nos vemos repitiendo lo mismo, las mismas cosas, de la misma manera. Damos los mismos pasos en vez de levantar el pie o esquivar.

Nos apegamos a personas que nos lastiman emocionalmente. Empezamos dietas para sentirnos mejor físicamente para abandonarlas antes de tiempo y volver a empezar todos los meses. Nos inscribimos en alguna capacitación o curso pensando que es bueno para nuestro desarrollo y lo dejamos después porque no nos organizamos con el tiempo.

Confesamos algún pecado que nos robó la paz y la integridad para volver a cometerlo cuando la tentación aparece. Nos enojamos y lastimamos a nuestros seres queridos porque somos de carácter difícil y colérico. Recapacitamos. Reparamos y volvemos a explotar en enojo cuando se da la ocasión una vez más. Y así sigue nuestro recorrido.

Repetimos, tropezamos con la piedra y al pasar otra vez por ese lugar, volvemos a tropezar. Lo peor de todo es que sabemos dónde está la piedra, pero no sabemos o no podemos cambiar el paso. Y terminamos asumiendo que cada vez que pasemos por ahí, recibiremos un coscorrón.

La Biblia te despierta a la inteligencia. Mira el peligro ¡Evítalo! Haz todo lo necesario. Esquiva, gira, salta o patea la piedra. Usa la autoridad que tienes para revertir en vez de repetir. Disfrutarás mejor del camino.

Pensamiento :

Inteligente es aquel que sabe dónde quiere ir y más inteligente el que sabe a donde ya NO tiene que volver.